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“TERCERA ENTREGA DE LA SAGA DE LOS RUIZ DE CON”

“Construir mis sueños a la par de los tuyos”

Esa fue una promesa que David Canarias le hizo a Luz Ruiz de Con en el momento en que decidió irse a vivir con ella a México para hacer su sueño realidad: tomar fotografías y viajar por lugares maravillosos.

En esta historia, David “el doctor” recorrerá con su esposa “La fotógrafa” lugares que nunca jamás pensó que existían y sobre todo conocerá un nuevo país a través de su comida, su música, sus paisajes y una que otra sorpresa que lo hará enamorarse cada día más.

NOTA: Si quieren descubrir un poco de México en esta historia lo podrán hacer.

Registrada en Safe Creative bajo el código: 2012286441031

Queda prohibida cualquier forma de comercialización, distribución, plagio, parafraceo de este obra.

Cuenta con todos sus derechos de autor reservados.

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Brillas más que nunca.
NOTA: Es la segunda parte de "Te encontré"  Después de meses esperando por esto, por fin Luz Ruíz de Con se encontraba en casa de sus abuelos arreglándose para uno de los días más importantes de su vida. Su madre, como modista de vestidos de novia, en muchas ocaciones la había preparado para este día sin que se diera cuenta, por lo que estar frente al espejo con su abuela dándole los últimos toques al cabello la hacía sonreír.  ―Te ves hermosa mi amor.― Le comentó.  ―Gracias abuela… me encanta el peinado.― Contestó Luz.  ―Traté de hacerlo como lo hace tu madre, pero creo que me salió mejor.― Bromea y ambas se rien.― Tu Abu hubiera deseado con el alma estar aquí.  ―Lo sé, pero está aquí, en esta casa en la que vivió contigo y donde pasamos tantas cosas juntos ¿no es así?  Su abuela la abrazó y Luz pudo oler el rico perfume de gardenias que traía puesto. Luego volvió a verse frente a le espejo y vio la imagen. Sabía que su abuela no era la madre de su mamá, pero en cierto sentido se parecían tanto, así que Luz deseo envejecer tal y como ella.  ―Algún día seré igual de hermosa que tu abuela.  ―Tonterías, serás más guapa y con ese esposo que te vas a cargar… se nota que tienes malos ratos pero no malos gustos.  Luz se rió, desde que su abuela había conocido a David Canarias no debajo de recalcar lo guapo y simpático que era.  ―Venga, ponte de pie para que tu madre te ponga el vestido. Su abuela se dirigió a la puerta y salió. Luz, envuelta en una bata de algodón se puso de pie y vio el hermoso vestido que su madre le había hecho colgado en un gancho sobre una de las partes del espejo, lo acarició y sonrió.  ―No puedo creer que me vaya a casar, no puedo creer que sea David Canarias.― Murmuró y luego se asomó por la ventana para ver como todos daban los últimos detalles al jardín.  Ximena Caballero entró perfectamente arreglada a la habitación y al ver a su hija mayor sonrío. Traía los ojos rojos, al parecer había llorado mucho con su padre que se arreglaba en otra habitación.  ―¡Hermosa! ¡Bella! Siempre has sido hermosa y bella pero hoy… ¡ay mija! ― Y la abrazó feliz.― Estoy tan, tan feliz… pero basta de llorar, te pondré el vestido.  Luz se quitó la bata de algodón, se quedó en ropa interior en frente del espejo y luego vio como su madre le traía el vestido y con mucho cuidado la vestia por partes. Cuando menos se dio cuenta quedó lista. ―¿Te gusta? ― Preguntó Ximena mientras daba los últimos toques.  Su hija tocó la tela y a la mente le vino los momentos cuando ella y su madre pasaban encerradas en el taller y ella admiraba los hermosos vestidos de novia.  ―Hermoso, en verdad te pasaste mamá. Ximena sonrió. Se puso de pie y arregló el escote de la parte de atrás, acomodó el dije que David le había regalado a su hija sobre el cuello y las flores sobre la cabeza.  ―Perfecta.  ―Gracias.  La abrazó fuerte y le dio un beso sobre la mejilla.―Iré a ver a Sabina y a tu hermana ¿si? Pero regreso pronto para verte bajar por las hermosas escaleras ¡qué nervios!  ―¿Así estabas de nerviosa el día que te casaste con papá?  ―Muy, muy , muy nerviosa, y eso que ya había pasado un año con él a su lado. Volví el estómago dos veces, hasta pensé que estaba embarazada de nuevo.  Luz se rió.  ―Luego vino tu abuelo, me dio un abrazo y me tranquilizó, me dijo: no estés nerviosa, eres la vida de ese hombre y sé que el resto de tu vida se quedará a tu lado. Él me hizo una promesa hace  mucho tiempo y hasta ahora, lo ha cumplido.  ―Y sigue haciéndolo.― Contestó Luz.  ―Y seguirá, así como David lo hará por ti y tú por él. Siempre piensa que tus sueños como los de él son igual de importantes, hablen mucho, si se pelean arréglenlo, toma en cuenta que detrás de ese hombre gallardo, guapo y simpático, hay un ser sensible que por un momento puso en pausa lo que nació para hacer ¿si?  ―Sí mamá.  ―Te amo. Ahora me iré y te dejaré un momento a solas.  ―¿Crees que pueda hablar con mi papá antes? ― Le preguntó.  ―Sí claro, yo le digo.  Ximena salió de la habitación y Luz tomó su cámara se puso frente al espejo y se tomó una foto.  ―Si no tomaré la mayoría de mis fotos, entonces, al menos tomaré dos importantes.― Murmuró.― Luego se asomó por la ventana y del otro lado enfocó a David y a su padre que hablaban y tomó la foto.― Mis dos modelos favoritos.― murmuró.  Dejó la cámara a un lado y se sentó sobre el pequeño sofá que estaba en la habitación, tomó un suspiró. De pronto, alguien tocó a la puerta y se puso de pie.  ―Adelante.― Murmuró.  Tristán entró a la habitación y sonrió.― ¡Guau! ― Murmuró.  ―¿Demasiado? ― Preguntó Luz.  ―¿Bromeas? Te ves hermosa, eres la novia más bonita que ha estado en este hogar.  ―¿Y mi madre? ― Preguntó Luz entre risas.  ―Ella no salió vestida de novia así que… ― Luz sonrió.  Él se acercó a su hija y tomó ambas manos, la observó de pies a cabeza y cuando la vio a los ojos sonrió. No cabía duda, Luz había heredado su mirada.  ―Sabes, el día que me casé con tu madre, estuviste en esta misma habitación con Tita y con tu madre. Vine a recoger unas cosas para llevarlas al lugar donde sería la boda y tu saliste por esa misma ventana y me saludaste “¡Hola! ¡Hola!” Desde acá arriba, me hiciste sonreír y mírate, ahora estas aquí, vestida de novia, esperándome para llevarte al altar. Es como si siempre me hubieras esperado aquí… para tomarte de la mano y llevarte al altar.  ―¿En serio te dije Hola, hola?  ―Si era tu saludo especial,  lloré cuando dejaste de hacerlo, me encantaba. ―Me harás llorar papá.― Murmuró Luz.  ―No, no… ese es trabajo de tu madre, yo estoy aquí para hacerte reir, como lo hice todos los días de tu infancia.  Ambos se rieron. Ella subió su mano y tocó el guapo rostro de su padre que apenas tenía unas arrugas.―Quiero una historia de amor tan bonita como la tuya y la de mi mamá ¿crees que la tenga?  ―Será mejor mi Luz, mucho mejor, porque tú tienes todo el apoyo de tu familia, tus padres no pelearon en tu pedida de mano y llegaste aquí rodeada de todos los que te queremos. No tuviste que dejar todo para estar con la persona que amas y eso te asegura la historia de amor más hermosa del mundo. Luz sonríe, y Tristán lo hace también, de pronto a la mente le viene la luz, de ese 16 se septiembre, que entraba por las ventanas de la sala de aquel piso en el Centro Histórico cuando nació y la tomo entre sus brazos.  ―¿Eres feliz con David?  ―Mucho, nunca pensé que el niño que jugaba conmigo en el jardín ahora se casará conmigo, es algo raro y repetitivo pero… no lo puedo creer. ―Una cosa que he aprendido en todos estos años es que el amor lo encuentras donde menos lo esperas. El tuyo estaba en el jardín de tu casa, el mío en otro continente, pero lo verdaderamente importante es que al final acabaron juntos, harán una vida y todos estaremos aquí presentes para ser testigos de ello.  Luz lo abrazó. De pronto la puerta se abrió y María Julia y Sabina entraron por la puerta.  ―¡Papá! ― Gritó Sabina.  ―Mi chiquita, lista para las flores.  ―¡Sí! Lista…  ―Traes otro anillo ¿eh? ¿Te lo hizo tu tío David? ― Preguntó él.  ―No, me lo hizo Rober, el de Davi es este.  ―¡Guau! ― Dijo Luz― ¿Cuál brilla más?  ―Billan mucho…  ―¿Los dos?  ―Sí.  María Julia sonrió y luego tomó a Sabina entre sus brazos.―Vamos mijita, tenemos que preparar las flores.  ―¡Adiós! ― Dijo Sabina mientras se iba.  ―Adiós, mi pequeña.― Dijo Tristán.  Luz se volteó rápido al espejo y se arregló el cabello, luego vio a su padre―¿Listo papá?  ―Listo mi amor, es hora de que te entregue a tu felicidad.  Ella se voltea y abraza su padre.― Si sabes que tú eres mi hombre favorito ¿verdad? ― Murmuró.  ―Y tu eres mi Luz favorita y hoy hija mía, brillas más que nunca. 

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