Corazón Escarlata

Hola, queridos lectores. Espero estén muy bien, por fin, después de tanta espera y paciencia de parte de ustedes les traigo la segunda parte y/o continuación de LABIOS ESCARLATA, aquí nuestros personajes develaran un poco más de su pasado para entender su presente. Los lectores que me encuentran por primera vez los invito a leer mis otras obras y comprender un poco más del mundo de nuestros apasionados personajes. ADVERTENCIA: Esta obra será más oscura, explicita y detallada. Contiene escenas para adultos. Gracias por el cariño y el amor que he recibido de parte de ustedes en mis otras obras, espero esta obra sea igualmente de su agrado. Dedicatoria: Este libro es dedicado a las personas que trascienden las fronteras físicas y se dan la oportunidad de amar más allá. El amor a distancia es puro, sincero y sin limites.  Víctor mi investigador privado entra por la puerta de mi oficina con cara de pocos amigos, sé que ha encontrado algo y que eso no me va a gustar, trae un sobre en las manos, da pasos largos y precisos, si no lo conociera y lo viese en una esquina en la calle podría decir fácilmente que se trata de algún tipo con malos negocios, incluso a veces lo pienso más de lo que debo. Pero ello realmente no me incumbe. - Señor Dimitriu – dice con la típica voz ronca de fumador excesivo. Me pregunto si así se me escuchaba la voz cuando fumaba. - Víctor – le hago una seña para que se siente frente a mi escritorio mientras termino de redactar un correo electrónico. Víctor se sienta y saca una cajetilla de cigarrillos de la solapa de su abrigo, escucho la chispa del encendedor en su intento por prenderlo. Lo fusilo con la mirada, no ha pasado mucho tiempo desde que lo dejé, seguro que si siento su olor flaquearé en la tentación. Envío el correo, antes de atenderle. Me mira resignado y vuelve a guardar la cajetilla en el mismo lugar. - ¿Qué me traes, Víctor? – trato de sonar lo más tranquilo posible. Gira el sobre en sus manos pensando en si entregarlo o no.  - ¡Venga! – le dije levantando un poco más la voz, exaltado. La espera me estaba matando por dentro. Pone el sobre de papel encima de la mesa, y lo lanza deslizándolo. Llega justo a mis manos. Tomo el abrecartas y deslizo la cuchilla sobre la parte superior del sobre rasgando el papel. Mi mandíbula se tensiona cuando saco el contenido y lo primero que ve es su rostro. Paso una a una las fotos dentro del sobre. El corazón me empieza a palpitar más fuerte, la respiración se me entrecorta, ahora más que nunca necesito una bocanada de nicotina. Me trae a la realidad de nuevo el sonido de la piedra del encendedor chocando, Víctor sostiene un cigarro en la boca. Lo enciende y le da una bocanada fuerte y finalmente me lo pasa. Lo tomo y me lo llevo inmediatamente a boca, lo necesito, el humo cubre mi boca, mi garganta, mis fosas nasales y todo mi ser. - ¿Desde cuándo? – le pregunto un poco ahogado por el humo, no me sabe también como pensé. - La más antigua es de hace un año – dice con un cigarro en la boca, tratan de encender uno propio para él. - ¿Por qué me informas de esto hasta ahora? – estaba lleno de ira, por él, por Nicoleta, por mí. Es cierto que nuestro matrimonio no empezó muy bien, pero de apoco y con los años tuve algo de esperanza que eso cambiara, es una mujer realmente bella, el dolor que estaba sintiendo en este momento justo en mi pecho me decía que la quería. De alguna manera la había aprendido a querer. A verla como algo más que mi amiga y con la niña con la que crecí. Tenía esperanzas puestas en esa relación. - Necesitaba brindarle más pruebas… - aspira su cigarro – Así podrá adquirir la empresa por completo, señor – mientras él habla sale el humo por su boca y su nariz.   En este momento lo odio, no me importa mucho la compañía, ni lo que suceda acá, en ese instante me siento traicionado por aquella mujer. Por mi esposa. Intenté, de verdad hice todo lo posible por ser un buen hombre para ella, para que pudiéramos sobrellevar este matrimonio obligado y me paga así. - ¿No son el mismo hombre? – le pregunto a Víctor, repasando una a una de nuevo las fotos. - No, durante este tiempo ha salido con más de diez hombres diferentes, modelos, diseñadores, hay una gran variedad en la lista – sonríe de manera burlona.   Le fusilo con la mirada de nuevo. - Gracias, Víctor. Quiero estar solo – trato de sonar lo más neutral posible. - Sí, Dimitriu – se levanta con algo de dificultad de la silla, apaga su cigarro en mi cenicero limpio y sale del lugar sin hacer ruido, como es costumbre en él. Me levanto de la silla y voy a servirme una copa de bourbon, son apenas las 10:00 am, pero lo necesito con urgencia, miles de ideas se me pasaban por la cabeza, incluso irme de inmediato a donde Nicoleta y hacerle un reclamo, pero apenas pienso en su padre y en el mío me pasa un escalofrío por la espalda, a pesar de lo que me ha hecho, no soy capaz de hacerle eso a ella. No tanto por la compañía, ni el dinero, ni los negocios que aquí se surgen, es más por la humillación a que se enfrentaría si lo hiciera. ¿Cómo es que los paparazzi no la han pillado? Víctor es realmente bueno descubriendo secretos. Vacío mi copa de licor de un solo sorbo, realmente se le ve muy feliz con aquellos hombres en las fotos. ¿Tan infeliz ha sido conmigo? Yo sé que realmente no me ama, pero… ¿no ha sido feliz ni un solo momento conmigo? Me sirvo otra copa de bourbon. A mi mente llagan recuerdos fugaces de los momentos compartidos en familia, los recuerdos desde que éramos pequeños, jugando, creciendo juntos, siendo realmente buenos amigos, los mejores amigos hasta que nos obligaron a casarnos juntos. El día de nuestra boda, nuestros juramentos de amor. Ese día solamente yo sonreía, a ella se le notaba que había estado llorando por mucho tiempo. Me sirvo copa tras copa mientras los recuerdos me despedazan desde adentro. Emily mi asistente entra a la fuerza al ver que no le contesto las llamadas ni la puerta, se queda sorprendida al verme echado en el sofá, con la cabeza hacía atrás tratando de contener como gira el mundo alrededor de mí. - ¿Señor Dimitriu? – pronuncia en un hilo de voz, angustiada. - Ahora no, Emily – mi voz suena apagada. - Señor… ¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo? – su angustia va creciendo de apoco. - Cancela todas mis citas – le digo con la voz pesada, intentando no vomitar en ese instante, ni siquiera había tomado mi primer café del día y me zampé esas… no sé cuántas copas y me estaba sintiendo cada vez peor. - Pero… señor… - tartamudea. - Que canceles mis citas – le ordeno apretando mi mandíbula tratando de contener mi ira para no desquitarme con ella. - Sí, señor – se retira y cierra la puerta tras de sí, dejándome sumergido en mi dolor y soledad de nuevo. Como puedo me levanto y alcanzo la botella completa de bourbon y me tiro de nuevo en el sofá. No me tomo la molestia de servirme más en la copa, bebo directamente de la botella. Cuando llego pasando la madrugada a casa, Nicoleta está tranquilamente durmiendo en la cama, parecía nada afectarle, ni su conciencia. Me dirijo a el estudio y me quedo dormido en el sofá, mi cuerpo en ese momento es más licor que carne, ya no lo puedo soportar más.