XLVIII No sabiendo adónde ir, y confundidos con el estruendo y el movimiento de la multitud, se sentaron en un sitio retirado del puente para descansar. No tardaron en reparar en que la corriente de la multitud se dirigía casi toda hacia un mismo lado, y que había un numero infinito de personas que cruzaban el Támesis desde la orilla de Middlesex hasta la de Surrey con extraordinaria precipitación y en un estado de excitación evidente. Corrían por lo común reunidas en grupos de tres o cuatro, y hasta de media docena, hablaban poco, algunas veces guardaban silencio absoluto, y seguían su camino con paso rápido como personas impulsadas por un objeto único y común. Barnaby y su madre se sorprendieron al ver que casi todos los hombres de aquel inmenso concurso, que pasaba por delante de ello