Capítulo XVI Camino adelante A su llegada a Harley Street, Cavendish Square, Londres, el mayordomo recibió a la pareja de recién casados. A aquel gran hombre no le interesaban, pero en conjunto los toleraba. La gente tenía que casarse y prometerse, si no, los mayordomos no serían necesarios. De la misma manera que las naciones se crean para poder aplicarles impuestos, las familias se forman para tener un mayordomo. Él, sin duda, consideraba, en beneficio propio, que el curso de la naturaleza exigía que la población más adinerada tuviera siempre un mayordomo. Así pues, condescendió a mirar el carruaje desde la puerta de entrada sin fruncir el ceño y ordenó generosamente a uno de los empleados: «Thomas, ayude con el equipaje». Incluso escoltó a la novia por las escaleras para conducirla a