Capítulo 2

1763 Words
Tus ojos... Esos que me...  —Ay no, estoy bloqueada. ¡Perfecto! —Suspiro de la frustración. No se me ocurre nada, no encuentro esa canción especial. Lo único que me viene a la mente, son los hermosos ojos grises de Anthony. ¿Hasta cuándo, Amber? Me levanto alejándome del piano de la academia; después de todas las teorías, presentaciones y reglas, he querido aprovechar el receso del almuerzo para practicar un poco y trabajar en una canción. Pero cada vez que mis dedos acarician las teclas, el rostro de Anthony inunda mis pensamientos, lacerando más la herida.  —Hola. —Una chica rubia, con grandes rulos y ojos verdes, cuerpo delgado ceñido con un vestido rosa y zapatillas sencillas, extiende su mano en mi dirección. Me apresuro a responder el saludo con una sonrisa.  —Hola, soy Amber.  —Lo sé, estuve presente en la presentación tipo "estrella de farándula" que hizo el decano. —Ríe con gracia, mas yo resoplo. Fue incómoda la manera tan "exclusiva" de tratarme en todas las clases, con marcado favoritismo.  —Lamento eso. —Bajo el rostro apenada—. Mi padre es... raro.  —Si por raro te refieres al hombre más poderoso y adinerado de la ciudad, pues es rarísimo... Su buen humor es contagioso y acaba con la tensión en un santiamén. Ya me agrada esta chica. Es inevitable la sonrisa que se dibuja en mis labios; se siente lindo conversar con una persona sincera y agradable.  —¿Cuál es tu nombre? —Decido dejar el tema del señor Doncorvel atrás.  —Soy Kaina Mayo, pero puedes llamarme Kai.  —Mucho gusto, Kai.  —Kai, aquí estás... Hola... —El extraño chico deja de prestarle atención a mi nueva amiga, para enfocarse en mí. Se me acerca con mirada de modelo sensual de comercial y toma mi mano con exagerada delicadeza, como si estuviera actuando para un drama. Después de dejar un casto beso sobre esta, me mira con flirteo y una ceja levantada. Entonces me encuentro con unos ojos cafés rodeados de unas largas y gruesas pestañas. ¡Qué envidia!  —Raúl, déjala ya —increpa la rubia—. Vas a asustarla.  —¿Asustarla? Yo no muerdo... —Me dan ganas de reír, al ver cómo choca sus dientes de forma sugerente. El chico tiene estilo y de leguas se le ve lo don Juan. Y no dudo de que su labia surta efecto. Él tiene una apariencia fresca y chispeante. También es arte a la vista; su cabello negro tapa la mitad de su rostro, mientras que la otra parte está peinada de forma espinosa. Es musculoso y viste pantalones rasgados con botas negras, algunos cordones dorados decoran la gruesa tela de sus vaqueros y lleva una camiseta sin mangas debajo de un chaleco, del mismo color de esos calzados y la misma decoración dorada que los pantalones. Sus brazos están completamente al descubierto, mostrando su arduo trabajo en el gimnasio. El chico es guapo y su piel bronceada es llamativa.  —Hola, Raúl. —Sonrío con amabilidad—. Mi nombre es Amber.  —Hermoso nombre, bella Amber. ¿A cuál rama del arte perteneces, preciosa? La rubia entorna los ojos y resopla, entonces se acerca y le da un manotazo en el hombro.  —Deja de coquetear con todas.  —Y tú deja de ser una amargada y entrometida.  —Bah... Eres un tonto.  —Pero así me amas.  —Sigue soñando. Vaya, me he quedado fuera de la conversación.  —Ya, amargada. No estoy hablando contigo.  —¡Serás tonto! Es obvio que es de música. ¿En cuál área te encuentras en este momento?  —Yo soy de actuación y estoy aquí, tu punto es tonto. Y bien... Esos dos empiezan una ridícula y acalorada discusión. Parecen hermanos o...  —Chicos, fue un placer conocerlos...  —¡¿Ves?! —La rubia grita alterada—. ¡Ya la espantaste!  —¿Yooo? Fuiste tú quien empezó con su cantaleta de abuela amargada.  —¡Serás imbécil!  —Chicos, chicos... —Levanto mis manos expresando paz—. No me voy por ustedes. Solo me dirijo al baño. Ha sido un placer conocerlos, nos vemos por ahí —finalizo antes de salir casi corriendo de allí.   ***   Quitando la parte de tener que haber soportado al pedante de Anthony, además de pasar el bochorno de mi presentación en los salones, todo ha concurrido bien. Debido a que mi auto está en reparación, gracias a un accidente que tuve —nada de qué preocuparse— y de que el idiota de mi ex me trajo obligada, pues me tocará irme en taxi o... ¡Irme en autobús o tren! Sería genial caminar por las calles, que solo veo detrás de los cristales de nuestros vehículos caros, los cuales me he negado a usar. Mi papá hasta a un chófer me quiso asignar. Camino por todo el campus tarareando una nueva melodía que estoy componiendo, cuando el sonido armónico de un violín se roba mi atención. Entonces veo el espectáculo más grandioso que mis ojos hayan presenciado jamás: Mientras una chica toca un violín con mucha destreza y denotada pasión, un joven de unos veintitantos mezcla colores en un lienzo, moviendo su cuerpo al ritmo de la hermosa y contagiosa música. Me quedo alelada sin poder quitarle la mirada de encima a aquel apuesto chico. Creo que nunca había conocido a un ser tan exótico y hermoso. Él es la atracción en persona. Sus cabellos rizados de color chocolate caen a la perfección por encima de sus hombros, iluminados por mechones de un dorado sutil, que por lo visto son naturales.  Sigo sus movimientos con la mirada, apreciando su escultural anatomía danzar y pintar con tanta agilidad, elegancia, belleza... Es que desprende sensualismo sin proponérselo. Su piel mestiza te invita a acariciarla, esos brazos musculosos que ahora mismo están expuestos, gracias a que solo lleva una franela negra; provocan tocarlos, morderlos, lamerlos... «Por Dios» «¡Qué rayos me pasa!» De momento hace calor y creo que estoy salivando de más. Es que ver esos músculos tensarse con los bien llevados movimientos, con ese pantalón de mezclilla bien pegado a unos muslos de deportista, con un perfecto trasero y... ¡Ay, ya! Creo que me he puesto más roja que un tomate. De repente, se gira y se mueve con los ojos cerrados, quedándome de frente, pero estoy demasiado distante como para que se percate, de que me lo estoy saboreando con la mirada. Además, se supone que todos los presentes lo estamos viendo, ¿cierto? Vuelve a girar para mirar el lienzo, dándome una perfecta vista de su ancha espalda y su redondo trasero. ¿Qué se sentiría palmearlo? Agito mi cabeza con violencia para alejar esos pensamientos, ¿desde cuándo soy una pervertida? No recuerdo haber tenido tantas emociones por un chico antes, en especial, por un completo desconocido. Vuelve a girarse, pero esta vez, con los ojos abiertos. ¡No puede ser! ¡Ha mirado en mi dirección!  Nuestras miradas se conectan y me pierdo en esos ojos pardos con expresión intimidante e intensa. Son tan claros y brillantes que parecieran hechos de oro. Rodeados por una línea perfecta negra, como si utilizara delineador; mas es la apariencia que sus gruesas y abundantes pestañas le dan, resaltando así los claros y peculiares que son. Perfectas cejas se arquean con pulcritud, adornando a aquel bello rostro de nariz pequeña, pero que no es ni muy perfilada ni aplastada. Pero lo que hace que mi corazón lata frenético, son esos labios que te invitan a besarlos; carnosos, de tamaño perfecto, formando un casi un corazón en la parte superior. ¿Cómo puede una persona ser tan atractiva? Contengo la respiración al notar que no ha dejado de mirarme, siempre que tiene oportunidad, posa sus ojos amarillos sobre mí como si me detallara. Eso me pone muy nerviosa. Veo que extiende su mano en mi dirección apuntándome con una brocha. Todos gritan eufóricos y dicen cosas que aun no entiendo. El chico mueve la brocha como si me llamara a su lado, no entiendo nada. Trago pesado y miro a mi alrededor para encontrar alguna pista, es cuando una chica se me acerca y me susurra al oído llena de emoción: —Ve con él, te ha escogido. No espera ni respuesta ni reacción de mi parte; me da varios empujones hasta que me encuentro frente a él y puedo percibir su aroma varonil. Trago pesado al ser consciente de que estoy demasiado cerca de este chico, quien parece haber salido de una fantasía. Él toma mi mano fría y temblorosa, y me da una vuelta por debajo de su brazo, mantenimiento la elegancia y el estilo del baile. La música se torna más movida, violenta y con tonos sensuales. Mi corazón late frenético, esta melodía es nueva y diferente y se combina con los latidos desordenados de mi corazón. Me sostiene por la cintura y provoca que me doble, dejando caer mi cabeza hacia abajo, entonces se mueve pegado a mí de forma provocativa, erótica, intimidante... «Si mi padre me ve, me mata». Me levanta con gracia y descubro que tiene la parte de madera de la brocha entre sus dientes, entonces me pega más a su cuerpo. Nuestros torsos se unifican, nuestros latidos se mezclan; nos movemos, pues ya me he dejado llevar. Bailo con él, perdida en esa exótica mirada, que me desnuda, que me hace sentir expuesta. Esto es nuevo para mí, es chispeante, fascinante, placentero... Mientras más violento el sonido del violín, más frenéticos y vehementes nuestros cuerpos. Que bailan pegados, entre giros, vueltas y maniobras de danza, donde soy guiada por él. Se aparta de mi cuerpo en un movimiento perfecto, girando aun sosteniendo una de mis manos, para poder zambullir la brocha en la pintura, otro giro que lo devuelve a mi anatomía, para calentarme más de lo que ya estoy. Agrando los ojos cuando me pone a sostener la brocha para dirigir mis manos al lienzo. Esta es la imagen más sensual que he tenido en vida: yo frente a la enorme tela, dejándome guiar por sus manos para dar más color y forma a la pintura, sintiendo su calor en mi espalda, su respiración en mi cuello y el cosquilleo delicioso de sus perfectos rizos, al rozar mis hombros. Me dejo llevar por él, por la nueva melodía, por las nuevas sensaciones. Me siento libre, sensual, hermosa... ¿Será que estoy lista para una nueva canción?
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