Prólogo ❤️

1195 Words
Lisa Fernanda 2 años después de que Héctor y yo dejamos a los amores de nuestra vida para protegerlos de la maldad del hermano de Óscar, volvemos a Los Mochis, donde nadie sabe de nuestro regreso. Nuestro padre construyó una industria en Los Mochis Sinaloa hace un año, será dirigida por Héctor quien será el CEO de esa empresa, yo aún no trabajaré ahí ya que todavía no he terminado mi carrera de mecatrónica. Yo me mantuve al tanto de Martín quien lleva una relación con una mujer llamada Valentina, Héctor igual que yo estuvo al tanto de la vida de Mich. Michelle se fue a Bakersfield California donde estudió psicología y se comprometió hace unos meses con un tal Brian cuando regresó a casa con mi mamá y sus hermanos. Héctor y yo al enterarnos de esto, caímos en una fuerte negación. Veo a mi hermano entrar a mi habitación. —Lisa, ¿ya tienes todo listo?— me preguntó. —Si, ya sólo me falta poner mi cargador y mi celular en mi bolsa de mano— le respondo mientras pongo lo que me hace falta en mi bolso. —Nadie sabe de nuestro regreso, me muero por ver a mi Mich, está igual de hermosa que hace dos años atrás— dijo mi hermano con un brillo en sus ojos. —Ya lo sé, mi Martín sigue igual de guapo, cada día lo amo más, tenemos que recupéralos no podemos permitir que otros se queden con ellos— le digo mientras miró a mi hermano a los ojos. —Lo sé, no voy a permitir que ese tal Braian se case con mi Michelle— asiento con la cabeza. Salimos del departamento, Héctor y yo nos dirigimos su carro, BMW 340i color gris fuerte 2022, para acomodar nuestros equipajes, hace dos años que compró ese coche, yo también tengo un BMW, pero el mío es color plata, Raúl en unos días me lo llevará a Mochis. Luego de acomodar las maletas, en el auto nos subimos y nos vamos de regreso a Los Mochis. En el camino, estuvimos platicando sobre la empresa, que montó papá en Los Mochis, en la que Héctor se hará cargo. (***) Los Mochis Sinaloa. Hemos llegado a casa de mamá, está igual que hace dos años, cuando nos fuimos, con el corazón destrozado por haber echo sufrir a Martín y a Michelle. La única diferencia es que había coche nuevos, al parecer había visitas. Mi hermano y yo nos mirando, estamos muriendo de los nerviosos, pero al fin decidíamos tocar el timbre. Sale Nancy y se queda asombrada al vernos, no podía creer lo que veían sus ojos. —Shh, no digas nada— le pedimos en un susurro. —Lleva las maletas a nuestras habitaciones por favor— pidió Héctor cordialmente. —Si Héctor, todos están en el jardín— comunica Nancy. —Okey gracias— decimos Héctor y yo con una gentil sonrisa. Nos vamos directo al jardín, Martín y Michelle nos miran sorprendidos, voltean a verse y centran nuevamente sus miradas a nosotros. Martín sigue igual de guapo que hace dos años atrás, mi hermano y yo no dejamos de verlos con ese gran amor que sentimos por ellos, notamos que Martín y Mich se ponen nerviosos y voltean a ver sus actuales parejas, Brian y Valentina. Brian es un hombre alto, cuerpo delgado no tan atlético, tez blanca, ojos cafés claros y cabello negro. Valentina es una mujer bonita, no tan bonita como yo. Valentina es alta, piel blanca, ojos marrón claros, su cabello está teñido de rubio, es demasiado delgada, tiene unas cuantas operaciones en su cuerpo. No sé que le vió mi Martín a esa tipa, pero yo me encargaré de recuperar a mi Martín el amor de mi vida. Cuando mi mamá se da cuenta que estamos aquí frente a ellos se levanta de inmediato para abrazarnos con fuerza. —Hijos, que alegría que hayan vuelto, no saben cuánto los he extrañado— nos dice mamá con voz entré cortada. —Tranquila mamá, ya estamos aquí con ustedes y pensamos quedarnos mucho tiempo con ustedes— le dijo mi hermano con una tierna sonrisa. Volteó a ver a Michelle y le dedicó una sonrisa dulce, Mich lo veía con seriedad. Manuel y las niñas se acercaron a saludarnos. —Que felicidad que estén aquí con nosotros— expresa Manuel alegre. Nuestras hermanitas nos saludan alegremente. Héctor y yo, las abrazamos y les damos un beso en la mejilla a cada una. Están preciosas, Ximenita cada vez se parece a mi, parece mi clon. Al ver a mi perrita, la tomé en mis brazos. Chloe se alegró mucho de verme igual que yo a ella. Capulia y Alaska también se acercaron a nosotros, las saludamos alegres. Luego mi hermano y yo dirigimos nuestras miradas a nuestros amores Martín y Michelle. Saludo a mi Martín con coquetería sin importarme que su noviecita esté aquí. —Hola Martín— lo saludé con picardía. —Hola— responde con seriedad. Valentina me visualiza y se molesta por cómo miro a Martín. Héctor saluda a Martín y le regreso el saludo seriamente. Héctor observa a Michelle. —Mich— le dice él con una cariñosa sonrisa. Ella solo lo mira, pero no le dice nada, Brian la mira y luego pone su vista a Héctor. Mi madre se da cuenta de la situación e interfiere. —Cariños… ellos son Brian y Valentina, parejas de Michelle y Martín— dijo mamá en tono serio. Héctor y yo soltamos un sonrisa fingida. —Mucho gusto— saludamos, fingiendo una sonrisa amable. —Hola, mucho gusto— contestan Valentina y Brian de manera seria. Llega una muchacha de unos veinticinco años, morena clara, cabello castaño oscuro y ojos cafés oscuros, poco alta y delgada En cuanto mamá la ve nos la presenta —Kenia, mira te presento a mis hijos, Héctor y Lisa— expresa con una sonrisa. —Hola, que gusto conocerlos, Sonia me ha contado de ustedes, que bueno que están de regreso— comenta Kenia la niñera de mis hermanas. —El gusto es nuestro— dijimos esbozando una amable sonrisa. Mientras comíamos Mamá nos preguntó en dónde habían estado estos tres años. Mi hermano y yo nos volteamos a ver —En Phoenix mamá— respondí. —¿En Phoenix?— pregunta mamá confundida. —Así es madre— respondió Héctor. Martín y Mich no nos quitaban la mirada de encima. —¿Qué fue de sus vidas? ¿Qué hicieron allá?— preguntaron Aimé e Isabella Las observamos, pues no podíamos decirles la verdad, no sabíamos que contestar, todos menos Manuel estaban esperando una respuesta. Manuel sabía la verdad, después de que nos fuimos, Manuel se presentó en el departamento de Phoenix y le tuvimos que contar la verdad. —Nos fuimos porque, haya nos daban mejores oportunidades de estudios— les dijo mi hermano. —Es verdad, mi padre nos mandó para allá, para que tuviéramos una mejor educación— comenté. Michelle y Martín se miraron y soltaron una sonrisa de ironía. Mi hermano y yo nos dimos cuenta de su actitud.
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