CAPÍTULO 1

1548 Words
    En medio de la madrugada y el frío una adolescente corría lo más que sus piernas le permitían, llevaba consigo su identificación y nada más, trataba de no cojear y detenerse, su respiración era espantosa y el miedo le hacía tener el corazón acelerado, miró hacia tras varias veces esperando ver autos u hombres armados.     No había momento para detenerse, de pensar en lo que dejaba o rendirse, era correr o morir si la encontraban. Tenía que aprovechar el tiempo que ellos estaban entretenidos y hacer la mayor distancia. Siguió corriendo hasta doblar una de las cuadras, casas y más casas lujosas la rodeaban, ninguna de ellas parecía tener a alguien allí, no hubiera hecho diferencia si hubiera alguien, nadie en su sano juicio la ayudaría a escapar de él. Nadie se enfrentaba a él, nadie, lo que estaba haciendo era un suicidio.     Corrió hasta salir de la urbanización y corrió por la vía, varios carros pasaban y ninguno se paraba, casi nadie se detendría para subir a su coche una adolescente en plena madrugada. Ella volvió a mirar hacia atrás, aún no se daban cuenta de que había escapado, con suerte tardarían una media hora más, suficiente para ella.     Siguió corriendo por la orilla de vía, hacia autostop hasta que una camioneta vieja con un señor se detuvo, ella subió apresurada. El señor la miró con detenimiento, seguro pensaba que venía de alguna fiesta que salió mal y aceleró nuevamente. — ¿Estas bien niña? —preguntó preocupado al verla pálida, con sudor y asustada. Cualquier otra persona hubiese pensado que estaba drogada. —Señor por favor lléveme a la ciudad o lo más cercano que pueda. —rogó ella al borde de las lágrimas.     Cada vez era más consciente de lo que había hecho y lo que podía afrontar si la capturaban. En cualquier momento podría empezar a temblar. —Está bien, voy hacia allá —El señor tomó un envase de agua y se lo tendió—. Bebe, es nuevo, no lo he destapado, toma agua y cálmate un poco.     Ella recibió el envase y lo destapó para tomar un poco, sus manos que ya habían empezado a temblar tras el lapso de adrenalina hicieron que se le derramara un poco sobre la camisa. — ¿Qué te ha pasado? —preguntó el señor mientras veía la carretera. —Será mejor que no sepa nada señor. — ¿Has consumido algo en alguna fiesta? —preguntó convencido de que algo había tomado debido a su estado.     Ella no contestó, en cambio vio el retrovisor, no había ningún carro que ella reconociera, se agazapó en su asiento de todos modos. El señor no insistió, aunque tenía sus dudas, se aguantó de preguntarle si la podía llevar a un hospital para que le hicieran una desintoxicación. Veinte minutos después llegaban a la ciudad más cercana, se bajó del coche apenas este hubo parado en un semáforo, sin importar lo desquiciado que era el acto.     Tomó un celular de cabina y marcó el número celular que se había aprendido hacía semanas, exactamente desde que había empezado a planear su escape. El celular timbró y timbró, desesperada golpeó el celular contra la pared, y tras respirar con profundidad volvió a intentarlo. Cuando parecía que estaba pérdida una voz contesto. —Diga. —Señor Marcus, soy yo —pronunció su nombre rogando que él se acordara—, mi padre, él… yo llamo por él. —Niña… no creo que pueda ayudarte. —contestó la voz al otro lado de la línea haciendo que se le cayera el alma a los pies si eso era posible. —Usted dijo que podría hacerlo. —insistió ella. —De quién escapas no es cualquier persona, no te prometo que no llamaré, pero dudo que pueda ayudarte. —El favor, me estoy cobrando el favor que le debía a mi padre. —apeló ella a último momento.     Marcus guardó silencio, ella recostó su cabeza contra la pared mientras mantenía el teléfono a la oreja. —Sé que lo que le estoy pidiendo no es gran cosa, pero mi padre era su amigo. —Por eso mismo no llamaré a Dimitry para decirle que te has escapado.     Ella mordió sus labios para controlar sus emociones y pensó en algo. —No quería llegar a esto señor Marcus —tragó y trató de poner la voz firme—, pero mi padre tenía también información suya que con otra llamada mía podría llegar a manos de la policía.     El señor Marcus no contestó y eso puso más nerviosa a la adolescente, con Dimitry siguiéndole los pasos era más que suficiente, pero que Dimitry y Marcos se unieran sería su perdición. ¿Se había pasado? No, igual no había nada que perder si él no a ayudaba, estaría muerta de una forma u otra. —Pásame tu dirección, mandaré alguien que pueda recogerte. —habló entonces él. —No, dime tu dirección, iré yo misma.     No pensaba quedarse a esperar a que vinieran, era muy arriesgado, podrían pasarle la misma indicación a quienes la buscaban. Aunque también podrían colocarle una trampa que la esperara. Decidir entre una u otra era elegir entre lo malo y lo peor. Solo quedaba confiar. —Está bien. ¿Tienes donde anotar? —preguntó el señor Marcus con impaciencia. —Sí. —no, ella memorizaría la dirección.     Después de colgar, tomó el primer taxi que pudo y tras darle las indicaciones pensó en que haría o diría si algo salía mal. Si Dimitry la esperaba allá, no creía que fuera a matarla en ese mismo instante, después de todo la necesitaba para acceder a la bóveda. Pero no creía que tuviera otra oportunidad de escapar como esa, o que se salvara después que la hubieran utilizado. No obstante también estaba Marcus, había accedido, pero estaría pendiente de cada una de sus acciones.     Al llegar un guardia se encargó del taxista mientras a ella la escoltaban hacia una casa inmensa, algo parecido a una pequeña mansión. No vio ninguno de los autos de Dimitry entre los que estaban estacionados, ella ya los reconocía, incluso se había grabado las placas de algunos de ellos. Antes de acceder la revisaron en busca de arma, tras una exhaustiva revisión con un escáner de metales y detectores de micrófonos o cámaras, la dejaron seguir.     Dentro no llegó a ver muchos detalles puesto que un hombre apuesto para tener la edad que tendría su padre si estuviera vivo la esperaba, vestía traje a medida de algún diseñador y no parecía tener ninguna hebra de cabello fuera de lugar. —Eres idéntica a tu padre, audaz y valiente. —comentó viéndola de arriba abajo mientras parecía recordarlo.     Ella luchó para no moverse y cubrirse, en su lugar cambió el peso de una pierna a otra y lo miró con impaciencia.            —No hable con tanta melancolía cuando tuve que rogarle por su ayuda. —Hacer lo que me pides hacer es arriesgar mi vida. Otra persona se hubiera negado, una llamada a Dimitry y ya estarías acabada. —empezó a caminar mientras la observaba atento. — Hubiera esperado lealtad de usted, más que recurrir a cobrarle un favor. —ella también estaba atenta a él. —Y a las amenazas. —Y a las amenazas si eran necesarias. —confirmó ella con firmeza.     Por dentro no hacía falta más que un toquecito para que su coraza se derrumbara y se arrodillara a rogar por ayuda, pero debía mantener las apariencias de que tenía todo controlado y que ambos tenían algo que perder. —Bien, pero haremos todo lo que yo te diga. —terminó por aceptar el señor Marcus. Después de todo verla en ese estado… Sería imperdonable que él no hiciera nada. En todo caso, él y Dimitry eran rivales, sino lo hacía por su amigo, lo haría por orgullo.     Jennell suprimió todo gesto de alivio y mantuvo su postura recta mientras asentía. Después de hablar otros detalles, el personal de Marcus la hizo pasar de una habitación a otra para teñirle el cabello, le colocaron lentes de contacto negros y la maquillaron para cambiar sus rasgos lo más que podían, no había tiempo de algo más, para esas horas, ya debían tener hombres sueltos buscándola hasta debajo de las piedras.     Le tomaron una foto para una nueva identificación que Marcus se aseguraría de conseguir con sus contactos para ese mismo día. Trazaron un plan una y otra vez hasta que no tuvieron dudas. —Mis jets hacen viajes constantemente hacia América y Europa, mi gente trabajará con normalidad para no hacer ningún movimiento que pueda atraer a Dimitry si pone el ojo en nosotros —Explicó él mientras daba un trago a su bebida—. Tú irás en uno de ellos como parte de mi personal, cuando aterricemos, tu destino estará en tus manos y yo no tendré nada más que hacer por ti.     Ella no tuvo replicas y un día después abandonaba su país para empezar una nueva vida con un nombre nuevo. Quizás podría haber sido un éxito su plan si no tuviera a alguien peligroso siguiéndole los pasos, porque por más lejos que fuera, él sabía cómo entrarla, sólo era cuestión de tiempo para que volviera a estar en sus mano.
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