La llegada a París fue magnífica… tan solo poner un pie en la pista y cerrar los ojos para que el aire entrara a mis pulmones, fue imaginarme parada enfrente a la Torre Eiffel, como siempre soñé hacer desde pequeña. Me subí al bus que estaba dispuesto para nosotros tratando de disfrutar de cada instante, de imprimir cada cosa que sucedía en mi memoria… uno a uno fueron subiendo los chicos y emprendimos camino al hotel. Casi eran las ocho de la noche… desde la ventana del bus podía ver la parte superior de la Torre… miré a mi alrededor y todos estaban dormidos o concentrados en sus diferentes aparatos electrónicos. Lo normal… acostumbrados a pasar por esto una y otra vez, les parece un viaje más. Para mí no solo no lo era por las nuevas oportunidades laborales sino porque como dije, siem