Fabrizio No pude resistirme. Lo que había tomado, que no era mucho, pero ya se me había subido a la cabeza, sumada a tanta sinceridad, me hizo ceder a la tentación de lanzarme sobre ella y tomarla del rostro para besarla. Me correspondió y fui el hombre más feliz del mundo en ese momento… sus labios y los míos coincidían a la perfección, se llevaban de maravilla, como si se conocieran de toda la vida. Sentí sus manos apoyarse sobre las mías mientras temblaba entre mis brazos y mi corazón palpitaba de emoción de poder estar sintiendo todo aquello. - ¿Qué haces? (preguntó casi sin aire) - ¿No te cansas de preguntar? (sonreí, aun sintiendo su aliento mezclarse con el mío) - Es una locura, ¡nos harán la vida imposible! - ¡No me importa nada de eso, mujer! (acariciando su cabello) - ¡¡N