Tomo la mano de mi novia para conducirnos fuera de la habitación, su sonrisa es el mejor regalo que puede brindarme siempre.
Debo admitir que a pesar de la confianza que demuestro ante esta situación, me siento un poco aprensivo a causa de la actitud de Peter desde que supo que vendría a conocer a Gina finamente.
Conozco bien a mi hermano y sé de lo que es capaz, más le vale comportarse como me había prometido y que Gina en verdad sepa manejarlo como asegura… o Leilah jamás me lo perdonará.
Veo a Leilah revisar el trigésimo mensaje enviado por Gina y sacudo la cabeza, porque seguramente su entusiasmo no será recíproco.
Leilah se ve nerviosa, así que tomo su mano con firmeza, luego de darle una sonrisa confiada que la deja más tranquila.
—Peter, intenta al menos comportarte de manera
