Los días, semanas y meses pasaron y seguí viendo a Leilah hablar, reírse y a veces irse en el auto con ese idiota. Aunque más de una vez los había seguido, no pasaban de una charla y risas cómplices que me ponían de peor humor cada día. Quiero saber si algo más pasa, deseo saber si están saliendo en plan de amigos, aunque el chico parece deslumbrado por ella y eso me provoca ir en su búsqueda para pedirle que se aleje de lo que es mío… pero no hago nada, solo me toca sufrir desde lo lejos esperando que a Leilah jamás le llegue a gustar él. Demonios, más de una vez sentía que iba a perder la cabeza y mi fuerza de voluntad para mantenerme alejado, era como una maldita tortura china. Y por supuesto, cada vez que Leilah salía de su turno, la veía mirar a varios lados como buscando algo,

