—Evan, te juro que si a Gina le pasa cualquier cosa mínima… —su voz suena furiosa, pero lo interrumpo impaciente. —Cierra la boca, Marcus —lo corto fríamente—. No me jodas con tus amenazas en este momento y deja de andar enjuiciando a todos, no eres un maldito dios. Se queda callado y maldiciendo por lo bajo, pero cuelgo la llamada porque el agobio que siento, me tiene con la garganta anudada y la cabeza doliendo. Espero a Leilah fuera del hospital y viene corriendo hacia mí, su mirada es de franca preocupación y cuando me acerco a ella, me abraza tan fuerte como si fuese a romperme. —Oh, Evan… —su voz se quiebra y la sostengo en mis brazos. —Shhh, tranquila cariño —susurro, besando su cabello—. Iremos a averiguar si ya llegó y cómo se encuentra. —Tengo un muy mal presentimiento de t

