Siempre bajo su influencia Lucía miraba a Vincenzo con una mezcla de ira y miedo, mientras él esbozaba una sonrisa sarcástica y carente de toda empatía. Ella esperaba que él descargara sobre ella toda su animosidad, su furia por haber desfigurado a la mujer que amaba. Ella consentía en escucharlo reprocharle lo verdadero y lo falso, en que la denigrara con sus palabras, pero esperaba una cosa: que dejara a Josie tranquila después de eso. —Si quiere reprocharme mi comportamiento, puede hacerlo, y tendría razón al hacerlo. Solo por favor, deje a mi amiga fuera de esto… efectivamente, golpeé a Celia, y decirle que solo me defendí no cambiará el hecho de que no debí haberlo hecho. Ceder a la ira y herir a alguien es inexcusable y… Lucía dejó de hablar un instante; tenía la impresión de que

