La estratagema 3 Lucía permanecía de pie frente a la puerta de la habitación donde se encontraba su marido. Decir que la escena que tenía ante sus ojos no le afectaba en absoluto habría sido una mentira. Pero, por otro lado, se sintió profundamente aliviada. Suspiró largamente antes de secarse el rostro. Estaba a salvo. Vincenzo estaba consciente y, a diferencia de lo que parecía temer su prometida, estaba fuera de peligro. Si hubiera sido de otra manera, no sabe cómo lo habría sobrellevado. Durante el trayecto había creído que tendría que iniciar otro duelo, sin haber siquiera comenzado el de su abuelo. Desde la llamada que anunciaba el incidente, no había respirado correctamente ni una sola vez, y de repente, sintió que el aire realmente entraba en sus pulmones. Un aire pesado que llenó

