Horas más tarde
Álvaro ya se ha cansado de pedirme que me quede quieta, que respire, me relaje e intente no preocuparme tanto porque simplemente me sentiré peor de lo que ya me siento, pero sabe que eso no es algo fácil tampoco. La cocina se convierte en mi victima esta noche, y no sé si me ayudara o no, pero aquí estoy picando cebolla, pimientos rojos, y luego la carne, pero esto me hace sentir peor.
—Hermosa, ¿te sientes bien? —me pregunta dejando su copa de vino sobre la encimera y acercándose a mí.
—No —es lo único que consigo decirle mientras que voy hacia una de las butacas y me siento allí—. se me quito el hambre —comento y realmente me siento mal.
—Te dije que debías relajarte un poco, siempre que te pones nerviosa por algo te pones así —me dice y sin que pueda objetar, mi mari
