Yo no era precisamente una persona con ese tipo de moralidad como para adueñarme de algo que obviamente no me pertenecía, quizás había vivido bajo la sombra de Henry Craig, pero gracias al cielo, él no me había criado y, por lo tanto, no había metido a mi cabeza esas tonterías que le había metido a la pobre de Sophie, porque si bien era una bruja, no es que siempre hubiera sido de esa forma, sino que el mismo Henry la había moldeado a su imagen y semejanza para tener mierda en la cabeza, pero en cuanto a mí, las cosas cambiaban. Aunque odiara a la familia Sallow y maldijera para toda mi vida el nombre de Arthur, yo no era capaz de hacer algo semejante, es decir, quitarles su empresa, aunque estaba consciente que una vez se diera a conocer que mi hijo era realmente de Arthur, no solamente