Eco

1009 Palabras

—¿Christine Sallow?—me llamo la enfermera que asistía a mi ginecóloga, pero escuchar ese apellido después de mi nombre dolió bastante, fue como si me dieran una bofetada en la cara y después tuviera que soportar con dignidad y una sonrisa aquel misero golpe. —Sí—me digne a decir y me levante de mi asiento, luego camine hasta donde ella se encontraba y por supuesto, al estar frente a ella, esta me barrió con la mirada, quizás no porque tuviera algo especial, sino porque me encontraba en el área de ginecología obstétrica. La sala de espera estaba llena de mujeres embarazadas, mujeres que pasaban más de los veinticinco o los treinta años. Mujeres con parejas estables que incluso las acompañaban a sus citas, pero mi caso era diferente, muy juzgable si alguien me lo preguntaba y es que no sol

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