Cada paso que doy hacia el despacho de mi padre, donde ahora me esperan Jorge y Clara, pesa más de la cuenta. Estoy nervioso, y no lo voy a negar, también tengo miedo. No dejo de pensar en las posibilidades de los escenarios que puedan llegar a ocurrir, «¿Y si vienen a reclamarme por recomenzar mi vida? ¿y si tratan de quitarme a Cristian?» son tantas las preguntas que me hago, que al verme frente a esta puerta no sé si tomar el valor y pasar, o darme la vuelta y huir como un cobarde. Respiro profundo, tomo valor, y decido entrar para afrontar lo que sea que vaya a pasar. No hago más que poner un pie dentro del despacho, y ahí los veo a los dos sentados en el sofá color n***o que mi padre tiene aquí. Noto el sobre que trae Jorge en su mano, pero inmediatamente dejo de prestarle atención

