«No puedo volver a perder al amor de mi vida» son las palabras que se pasan por mi cabeza una y otra vez a medida que conduzco sin siquiera percatarme del límite de velocidad. Nada me importa en estos momentos, solo poder rescatar a Vega de quien sea que se la haya llevado y así poder volver a tenerla conmigo. Me muero si algo le pasa, ni siquiera quiero imaginarlo porque siento como mi corazón se vuelve pequeñito está como aquel día que supe del atentado de Raquel.
Mis manos sujetan al volante con toda la fuerza que tengo, sigo el camino que dicta el GPS y trato de acercarme al punto que veo que se sigue moviendo por la carretera. Una llamada entrante interrumpe el rumbo de mis pensamientos e inmediatamente presionó el botón de contestar —¿Sí?— Respondo sin siquiera mirar quien me llama
