Secretos, Secretos, malditos secretos. POV. Salvatore. Es evidente que de nada sirvió mi confesión, «Helena no cree en mí, menos en lo que siento, ella no ha olvidado lo que provoque, de todo el daño que le cause por mi estúpida venganza». Supongo que es lo que merezco después de todo. Estaciono fuera de la casa, bajo y subo los escalones hasta la entrada principal, entro a la casa y no encuentro a Aldo como de costumbre; en cambio, escucho gritos provenientes del piso superior. Me acerco a los escalones, agudizando el oído cuando Aldo aparece y se sorprende al verme. —¿Qué son esos gritos? —Inquiero, subiendo algunos escalones. Este abre la boca y vuelve a cerrarla sin pronunciar palabra alguna. Le doy una mirada inquisitiva y lo veo reaccionar. —No sabíamos que volvía hoy, —dice, e