Ari. Podía sentir la mirada de mi madre, sabía que estaba preocupada por mi, no le había dicho toda la verdad y no sabía cómo hacerlo. —Ari, no hace falta que hagas eso— dijo mi madre. —Si son tus vacaciones, no deberías de estar trabajando, ve a la playa, al muelle… Yo sonreí y negué, él señor Sung-Kyum y mi madre estaban por abrir un local de pollo frito, y no solo eso, habían acondicionado la casa, convirtiéndola en una posada para 5 personas, me sentía aliviada de que mi madre no estuviera sola, de que al fin hubiera encontrado a alguien con quien compartir su vida. El señor Sung-Kyum era un buen hombre, era educado, amable y se veía que quería mucho a mi madre. Estaba terminando de limpiar las mesas para la inauguración de mañana, quería ayudarlos en todo lo que pudiera antes de