Capítulo 2. Las tragedias no nacen, se hacen.

1299 Palabras
Suk miraba a la pobre Ari, la chica se esforzaba por llegar a los altos estándares del presidente, además Suk se identificaba con ella, había trabajado para Kang desde hacía seis años, podía comprender lo frustrante qué era, pero Kang no siempre fue así. —Ari. Ari alzó la vista, el escritorio del secretario Suk estaba a unos metros enfrente del de ella, Suk era como la mano derecha de Kang, asistía con el a las reuniones y conocía cada detalle del señor Kang, era su sombra, sus oídos y sus ojos. —¿Si?. —Hoy me iré más temprano, tengo una reunión. —Entiendo, no te preocupes. —Solo asegúrate de agendar todas las llamadas importantes. —Está bien. —No te tomes tan personal el temperamento del señor Kang, él es así con todos. —Ya me estoy acostumbrando. —Lo haces bien. Ari sonrió ante los ánimos de Suk Chul, no tenía nada que temer, no iba a pasar nada en su ausencia, además ya se sentía capaz de poder lidiar con su jefe. Unas horas después, Ari miró el reloj, tan solo faltaban diez minutos para irse a casa, se sentía como un logro. Respiró aliviada, empezó a guardar todo y de pronto miró a su jefe salir. Sintió qué los nervios la invadían, Kang estaba entretenido en su teléfono, alzó la vista hacía él escritorio de Suk y frunció el ceño. —¿Dónde está Suk?. Ari pegó un brinco y se enderezó. —D-dijo que tenia que ir a una reunión, que no volvería a la oficina. Kang recordó. —Lo había olvidado— miró a Ari de forma fugaz y regresó su vista a su teléfono —Entonces vendrás tu conmigo, date prisa, ya voy tarde. La pobre mujer no entendía de que hablaba el señor Kang, ¿Ir a donde?. No podía negarse, tomó sus cosas a toda prisa y lo siguió hasta el elevador, dentro de aquel lugar, Ari se sentía insignificante y débil, agarró todo su coraje y se aclaró la garganta. —No quiero ser imprudente…pero…¿A dónde vamos?. Kang la miró de reojo. —Tengo una reunión con un accionista importante, le gusta beber, así que seguro va a obligarme a tomar con él, no puedo manejar si tomo, así que serás mi chofer. —P-pero señor, puedo llamar a su chofer… —Le di la semana completa, se casa mañana, no puedo obligarlo a venir, ¿O si?—Preguntó con sarcasmo. Ari negó. —No, creo que no. Ari: Ante el señor Peligro yo era una sumisa qué apenas podía recordar como hablar, en absoluto era de ese modo, siempre fui una mujer que hablaba sin pensar, decía lo primero que se venía a mi cabeza, pero cuando estaba frente a ese sujeto, simplemente me quedaba muda. Y ahora…aquí iba, detrás de él, rezando para que todo saliera bien. Subimos a su auto, el condujo en completo silencio, ni siquiera puso un poco de música, ni siquiera trató de iniciar una conversación, manejaba concentrado en el frente. Mientras se detuvo en un semáforo, no pude evitar echarle un vistazo rápido. Tenía el codo recargado en la puerta y se sobaba los labios con impaciencia. Si él no fuera un asno, sin duda sería mi tipo de hombre, de echo sería el tipo de hombre de toda mujer, era tan atractivo qué inclusive yo misma había tenido qué rechazar en su nombre varias agencias de modelaje, pues querían tomarle algunas fotos. El señor Peligro ni de chiste iba a acceder a algo como eso, no era necesario preguntarle. “Deja de verlo, no pienses en él como hombre”, me regañé a mi misma. Llegamos hasta un restaurante bar, un lugar muy bonito sin duda. Por supuesto él señor Kang no fue caballeroso, bajó del auto y caminó tan rápido qué yo tuve que correr detrás de él, no sabía que debía de hacer, así que lo seguí justo como Suk lo hacía. Lo llevaron hasta una mesa, donde había un hombre alto y regordete, enfundado en un traje gris. —¡Oh, señor Kang Woo, creí que había olvidado nuestra reunión!— dijo aquel hombre muy feliz. —Por supuesto que no, ¿Cómo podría?. —Pero siéntese, siéntese, me tomé el atrevimiento de ordenar, me muero por comer la comida de aquí, ¿Qué me recomiendas?. —La langosta de aquí, es muy buena—Respondió mi jefe sin quitar esa expresión de su rostro, si tan solo sonriera más, sería hermoso, pero parecía que sufría por estar en aquel lugar. —No se diga más, ¡Tráiganos tres langostas!. El mesero qué estaba ahí, anotó todo en su pequeña libreta. Aquel hombre me miró y luego miró a Kang. —Vamos niña* siéntate, ¿Qué esperas?. —A…no…yo… —Siéntate Ari— Me ordenó él señor Kang mientras me lanzaba una mirada qué decía “Obedece”. Yo sonreí apenada y me senté a lado de mi jefe. Ellos empezaron a hablar de negocios y yo solo veía los cubiertos, todo era tan elegante, el lugar, la atención, si mi jefe tenía esta vida, ¿Por qué estaba tan amargado?. —Mi dinero esta en las manos de Deok Hwa, no tengo nada en contra de tu familia, pero tu primo no es de mi confianza, quiero que me prometas qué estarás al frente de este contrato, tú y solo tú. —Señor Kim, ¿Cuándo le he fallado?. —Jamás, gracias a ti, mi capital ha aumentado, y por eso es que estoy contigo. —Entonces confíe en mi, si algo falla, tomaré la responsabilidad. Aquel hombre suspiró y miró a Kang. —Confío en ti. Tenía que admitirlo, el desgraciado de Kang era un genio para los negocios, era demasiado listo, tanto que daba miedo. En fin, la reunión se prolongó más de lo debido, y tal y como mi jefe dijo, el señor Kim lo hizo beber, el señor Kim parecía resistir muy bien el alcohol, pero mi jefe…mmm…Tres tragos fueron suficientes para poner sus orejas rojas. Yo comí delicioso, nunca había probado la langosta, y esos hombres parecieron olvidarme, así que fue mejor para mi, comí y bebí como reina, hasta que sentí una mano en mi hombro. Mi cabeza se giró con lentitud, solo para toparme con la mirada frívola de mi jefe. —¿Qué hora es Ari?—Preguntó él arrastrando un poco las palabras, sentí que mi corazón empezó a latir muy rápido. “Mira la hora, tonta”. Me regañé a mi misma. Miré mi teléfono y tragué el bocado de comida qué masticaba. —Son las diez señor. —Tomémonos un último trago—Insistió él señor Kim. Mi jefe me lanzó una mirada de muerte, pero yo no entendí qué carajos quería, ¿Qué yo bebiera por él?, no, eso no. —Ya he bebido mucho señor Kim, dejémoslo para la siguiente reunión— dijo él señor Woo al ver que yo no hablaba, me apretó él hombro con fuerza como si de un castigo se tratara y me soltó, yo hice una mueca y mi reflejo fue golpearlo con mi tacón por debajo de la mesa. Él me miró sorprendido, tardó unos segundos en darse cuenta de que fue intencional, apretó la mandíbula y no supe si estaba enojado o solo quería regresarme él golpe. Me tapé la boca asustada, ¿Qué demonios acababa yo de hacer?. —Vamos, ya los serví, el último y nos vamos— dijo él señor Kim ajeno a la situación. El señor Woo volvió su mirada al señor Kim, podía ver que no estaba en buenas condiciones, pero aún así, asintió y bebió aquel trago. Y ese…ese fue el fin.
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