Saray Evans POV. –¡Nena! – dice la voz demasiado feliz y un poco chillona de Gigi. Yo abro los ojos con pesadez, me paso la mano derecha por los parpados y entonces adapto mi vista a la oscuridad que me rodea, la única luz que hay es la de la luna que entra por las ventanas y refleja las maquinas del hospital y por supuesto a Gigi, que acaba de saltar del sofá en el que había estado sentada. Yo intento mover la otra mano para pasarla por mi ojo izquierdo, pero no puedo mover los dedos y tengo el brazo inmovilizado, intento acomodarme mejor porque siento como si algo me estuviera taladrando la mitad del cuerpo, pero no puedo moverme. –¿Qué fue lo que pasó? – pregunto con la voz pastosa intentando recordar que demonio sucedió. –Tuviste un accidente, cariño, fue hace menos de veinti