—¡Tranquila! ¡Tranquila! — dijo Leo de inmediato mientras entraba a la habitación de nuevo y se ponía una playera y los zapatos. —¿Traes zapatos? — le preguntó. Greta negó con la cabeza mientras lloraba asustada — ¡No quiero morir! ¡No quiero morir! — le decía mientras sentía el calor. —¡No vas a morir! — le dijo él firme. Se metió al armario y sacó unos zapatos que Matilde había dejado ahí y se los dio — ¡Póntelos! ¡Rápido! — Ella temblando comenzó a hacerlo mientras Leo abría la puerta de nuevo y veía el humo cada vez más denso. —Mierda…— murmuró. Sacó varias toallas de los cajones y fue directo al baño a mojarlas — ¡Greta! — le gritó y ella entró de inmediato — pon esta toalla mojada debajo de la puerta — ordenó. —Sí, sí…— —Que tape la ranura, no dejes que el humo entre