Me despegué de la puerta con una sonrisa, una que se fue desinflando, al ver el rostro de mi mamá. Decidí pasarla de largo, sabiendo que soltaría algún comentario mordaz y no quería que su mala actitud dañara mi buen humor. —Tiene una tienda de discos, no tiene padres, se hace cargo de dos niños como si fueran sus hijos... —iba a mitad de las escaleras cuando comenzó a enumerar sus 'defectos'—. Conduce una motocicleta y qué forma de vestirse —cerré los ojos, tratando de tener toda la tolerancia y paciencia del mundo. —Mamá… —No te quiero volver a ver cerca de él ni afuera, ni dentro de aquí —no pude más. —No recuerdo haberte pedido permiso para salir con él —me giré sobre mis talones para verla de frente. —Pues deberías de haberlo hecho, de todas formas sería y es un rotundo no.

