—¿Aún sigues pensando que perderé? —le pregunté riendo a Luca. —Debo aceptar que me sorprende —dijo incrédulo—. ¿Y qué es eso? —preguntó, señalando con la mirada la caja blanca. —No lo sé —contesté sincera, mientras tomaba la tapa para abrirla. Al ver el contenido, me fue imposible no reír, eran las botas que yo había tirado ayer. —Está loco si piensa que tú usarás esas —dijo Luca seguro. —Yo las compré —le dije y sus ojos se abrieron como platos. —¡Imposible! —De verdad —reí—. Ayer me dijo que yo no era su tipo y las compré —le expliqué—. Según él, aún así seguía sin agradarle y cuando llegué a mi casa, las tiré a la basura. Luca negó con la cabeza. —Ese tipo está pisoteando a Allyson Fischer —rió. —Por ahora —sonreí—. Me las cobraré todas, Luca. —Ay, ahora sí quedaste linda

