—¡¡¿QUÉ?!! 'Mierda, Eric Ravelo ¿Por qué diantres gritas?' —Dijiste que no te interesaba —me señaló, acusador. —Y no me interesa — dije tranquilizándome—, sólo me sorprendió un poco. 'Sí, sólo eso… nada más'. —¿Seguro? —dijo sin despegar la mirada de Allyson, que caminaba por el pasillo con su característica seguridad—. La has tenido una semana en tu casa… —negó con la cabeza—, cualquiera ya habría intentado tenerla en su habitación —mordió su labio inferior. No podía ser más imbécil. —¿Y tú lo intentarás? —cerré de un golpe mi casillero. —No lo sé, no lo sé —dijo risueño—, ya veremos cómo se dan las cosas, si ya aceptó la cita, no creo que se niegue a lo demás. ¿Tú qué dices? —Yo digo que eres un imbécil —soltó una carcajada. No podía haberle dicho que sí, seguramente era una

