Emma Hernández. —Señora Fontaine, la Doctora Díaz la espera en el consultorio —una de las enfermeras de la clínica ginecológica donde estoy con mi suegra y con Melanie hace casi media hora esperando mi turno me indica que puedo pasar. —Por aquí por favor. Decir que estoy temblando es poco. Por momentos creo que me ahogo por tanta ansiedad, pero por sobre todo por el resultado que tendrá mi cita. —Tranquila, Emma —mi suegra me aprieta suavemente la mano antes de dirigirme hasta la puerta que me indican. —Estamos contigo. No puedo evitar sentir que ya hemos pasado por esto antes, pero aun así estoy muy nerviosa, aunque con un sentimiento diferente en mi corazón, una de mucha felicidad. —¡Adelante, Señora! —la doctora me saluda y pide con la mano que me acueste en una camilla. —¿Viene s