En Zimbrom, los príncipes Carlo y Marco, caminan a pasos presurosos por los pasillos del palacio hasta el salón de la corte. Ambos están eufóricos. Las noticias sobre los destrozos en el imperio Kresliano han llegado hasta sus oídos y saben que el momento que su padre tanto les había hablado ya ha llegado. La puerta se abre al momento en que los hermanos llegan hasta el sitio. Su padre, el rey Alonso, se encuentra sentado en la cabecera de la enorme mesa rectangular donde una docena de caballeros, todos consejeros del reino, se encuentran reunidos. —Padre —Ambos saludan a unísono mientras hacen una corta reverencia. No pueden evitar hablar en coro siempre o que uno termine la frase por el otro. No son mellizos idénticos, pero es como si lo fueran. Carlo es un joven de 22 años, alto,

