Dos semanas enteras han transcurrido desde el funeral de la reina Keisha.
Los pocos habitantes que quedaron vivos en Kresla, ayudaron a los soldados y a los sirvientes del palacio a atender a los heridos y poner en orden lo que estaba dentro de sus posibilidades hacerlo.
El pueblo está devastado e inhabitable debido al incendio que consumió el noventa por ciento de las viviendas y de los campos de cultivos y las minas, no hay nada más que cenizas, sin embargo, Ismael ordenó que aquellos sobrevivientes que querían permanecer en el reino, fueran afincados dentro del predio del palacio para que pudieran guarecerse detrás las murallas de piedra ante cualquier ataque de sus enemigos. Aquellos que querían buscar un mejor porvenir en otros reinos, era libre de hacerlo y marcharse.
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