El camino hacia la choza de Fidelma a las afueras de Kresla resulta ser demasiado largo y oscuro. Ismael lleva el cuerpo inconsciente de su tía Ryanah, preocupado por cada minuto que pasa. Fidelma los espera ansiosamente, pues solo ella tiene el antídoto para la droga que la princesa había tomado para poder fingir su muerte y ser rescatada. Finalmente, luego de muchas horas de viaje en esa carreta, llegan a la choza escondida en la selva. Fidelma estaba allí, preparando las últimas dosis del antídoto con manos temblorosas. La situación es urgente, y no hay tiempo que perder. Apenas el carruaje para, Ismael baja a su tía de la parte de atrás y la coloca en la improvisada cama que habían preparado para ella anticipadamente mientras observa a Fidelma con expectación. La anciana se acerca

