¡Es una locura! ¡Una locura total! Jamás pensé que poder entrar al edificio se volviera toda una hazaña. Miles, miles de mujeres llamadas Marcia se encuentran como si fuera una firma de autógrafos para de su artista favorito esperando por mí, que tan sólo verme llegar gritan como locas tratando de tocarme o hablar conmigo. ―¿Mi padre ya logró entrar? ― Le pregunto al chofer que ha bajado la velocidad a 0 km/hr para no atropellar a las chicas que hasta con letreros que rezan I LOVE LEÓN se amontonan en las ventanas del auto. ―Su padre no vendrá a trabajar hoy.― Contesta. «Por supuesto, ninguna persona en sus cabales vendría a trabajar hoy» pienso mientras una chica se pega a mi ventanilla y se levanta la blusa enseñándome sus pechos. ―¿Crees que puedas ir más rápido? ―Señor ¿quiere