(Al día siguiente)
―¡Clamidia Mario! ¡Clamidia! ―Le reclamo.
―Dije gonorrea pero para tal caso es igual.― Contesta haciéndose el chistoso.
―¡¿Estás loco?!
―Bueno, tú invitaste a esa chica a la cena.
―¡Yo no sabía qué…! ― Hablo molesto― yo no sabía qué hacía eso, pero ahora ella puede decirles a todos que León Torreblanca tiene gonorrea.
―Y eso te salva de las otras dos citas ¿bien no? Ya no tienes que dar excusa para liberarte de ellas, tu gonorrea las espantará.
―Sólo cállate.― Le pido mientras me siento en el sofá de mi oficina y me cubro el rostro con las manos.
―¡Ay León! No sé que decirte.
―No me digas nada, sólo revisa los archivos que están sobre el escritorio y déjame en paz.
Mario se sienta sobre la mesa que está justo en medio de la sala y me da un golpe en la p
