*** —Eduardo me ha dicho que viajaremos el próximo mes a la ciudad, antes de que nazca el niño. Aunque mi doctor me ha dicho que el aire del campo sería lo mejor para el parto. Eduardo no quiere que nazca aquí, dice que no es apropiado. ¿Tú qué piensas? —le preguntó a Marianela. Ella se encontraba observando una de las tantas salidas del jardín. La puerta del este daba perfectamente a la entrada principal, no se tenía que atravesar la casa y, al parecer, era lo bastante amplia para pasar sin inconvenientes. Incluso un caballo podría pasar por casualidad. Alzó la vista a la casa, ¿cuál de esas ventanas sería el famoso cuarto donde se encontraran los papeles? —¿Marianela? —insistió. —Dime. —¿Qué te pasa?, estás bastante distraída. —Lo siento. Estoy cansada, es todo… ¿Qué me pregunt