Dos meses después. Escondida, detrás de una barricada de troncos, camuflajeadas con maleza, miro a Gema que está atenta a cualquier movimiento. —¿Crees que nos han visto? —Susurra. Niego. Levanto la cabeza, y miró por encima de la barricada que nos oculta. Y, puedo percibir el movimiento no muy lejos. Me agacho y miro a mi hermana. —Están cerca —susurro. —A mi señal, tú tomas la derecha y yo la izquierda. Ella asiente. Prepara su arma, y una sonrisa tira de sus labios. —Acabemos con esto. No podría estar más de acuerdo con sus palabras. En silencio, ajusto mi arma, y en cuclillas, tratando de hacer el menor ruido posible con mis botas, avanzo. Miro hacia atrás, y mi mirada se encuentra con la de Gema. Asiento. Es el momento. Ambas salimos al tiempo y disparamos... No f
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