—Necesito ir al baño un minuto, fue un viaje largo… —murmuró Martina. El hombre asintió con una sonrisa y ella salió corriendo hacia la casa que se encontraba en medio de la nada.
Javier la siguió hasta el interior y la notó bastante ansiosa.
—Rubia, perdón, te lo debería haber dicho. Si no querés casarte ahora, no hay problema.
—¿Casarnos? ¿Asó como así? Ay, Dios, Javier… —Bufó y contuvo las ganas de morderse las uñas—. ¿Qué van a decir nuestros padres cuando se enteren de que nos casamos a escondidas? ¡Nos matan!
—No nos van a decir nada. Además, luego vamos a hacer una ceremonia como se debe, tiramos la casa por la ventana, pero esto… quería que fuera algo privado. Algo de nosotros, sin que miles de ojos ni cámaras nos estén interrumpiendo.
—¿Pero ya? ¿Tan pronto? —preguntó con to
