Javier se daba cachetadas mentales cada vez que miraba a Martina. Nunca había sido tan maleducado como lo fue esa noche en la cocina, era un idiota. ¿Cómo se atrevía a tratar mal a una invitada? Si sus padres se enterasen, lo matarían. ¡Pero ella empezó primero!, se repetía a sí mismo. Ella le pegó, le tiró el café encima y le contestaba mal. Era imposible que la tratara bien por más que lo intentara. La veía mientras ella hablaba de manera muy alegre con su familia, como si los conociera de toda la vida. Bueno, claro que los conocía, pero no de una manera tan personal. La modelo era demasiado confianzuda y eso le molestaba. También le molestaba su risa tan simpática y ese gesto tan insoportable que tenía de tirarse su cabello hacia atrás todo el tiempo. Le molestaba todo de ella, esta