La rubia entró a la sala de Benito. Ya habían hecho su prueba de vestuario y, afortunadamente, Susana no estuvo. Según el diseñador, solo la llamaba en casos de suplencia, por si alguna modelo se sentía mal o no podía estar. Al menos, para alguien era una segunda opción. Ya se le estaba haciendo costumbre que el hombre la invitara a un café después del trabajo y no le molestaba para nada, de hecho, le caía super bien y hasta se entendían a la perfección en cuanto a la moda y al estilo, estaba empecinado en tenerla en su marca por tiempo indefinido. Martina se sentó en el sillón de terciopelo bordó y se cruzó de piernas mientras tomaba su infusión. Benito puso algunas galletas en el medio de la mesa ratona y se sentó junto a la rubia para mostrarle una carpeta con sus últimos diseños.