Javier despertó en la cama, apenas con la ropa interior puesta. Le dolía la cabeza de una manera impresionante y en un intento de levantarse, volvió a caer sobre el colchón. Estaba mareado y con muchas ganas de vomitar, pero tenía que aguantársela. Gruñó y se tapó el rostro con la mano, el sol que entraba por la ventana intensificaba lo que sentía. Eran las diez de la mañana y se sorprendió, pensó que era más tarde. Tocó el otro lado de la cama y se percató de que estaba solo, lo que significaba que Martina se había ido o quizás estaba abajo. Volvió a incorporarse, se vistió y bajó las escaleras como pudo. En la cocina estaba Julieta, y al verlo hizo una mueca de sorpresa. —Preparame un café bien cargado y amargo, y si podés traeme una pastilla para el dolor de cabeza —pronunció con to