Martina no paraba de dar vueltas en la cama. Javier se había ido sin decir nada más, como si no le hubiera importado nada de lo que dijo. Se sentía triste y ansiosa, ¿cómo era posible que haya cambiado tanto su actitud? Mientras volvían él seguía igual de tierno que siempre, pero una vez que vio a Susana cambió por completo. ¿Y eso de ser amigo de ella? Era el colmo. De un segundo al otro, volvió a ser el Javier que ella odiaba, como si siempre hubiera estado escondido detrás de esa fachada de romántico empedernido. Tenía ganas de llorar, pensaba que esta vez iba a lograr ser feliz con una pareja, pero volvió a elegir mal. Debería haberlo conocido más, pero su estúpido enamoramiento y las palabras de su madre, que toda su vida le dijo que Javier era un buen chico, le jugaron en contra.