Hera Kade Me doy cuenta de que todos mis destinados están detrás de nosotros, observando con atención. Han escuchado lo que dije. Me limpio las lágrimas que caen sin permiso, de manera involuntaria, y me giro lentamente hacia ellos, tratando de recomponerme, de ocultar la vulnerabilidad que se ha escapado sin que yo pudiera detenerla. — ¡Qué bueno que ya estén aquí! — exclamo, forzando una sonrisa más cálida de lo que realmente siento. — Hice un pastel y también galletas... Son de almendras. Sé que no son fanáticos del dulce, así que procuré que fueran suaves. Adrion y Maela me ayudaron, así que pueden comer tranquilos... Están libres de veneno. Intento sonar alegre, casi despreocupada, pero hay un temblor sutil en mi voz que quizá sólo yo noto. Los cuatro se acercan, sus pasos son caut

