Era incorrecto decir que Isabella estaba enojada mientras entraba al aula, con los ojos fijos en Travis y una mirada mortal. Una expresión más precisa para ella sería furiosa, roja de ira y todo, que era lo mínimo que debía haber mostrado, porque, Imagina entrar tranquilamente a la escuela de tu hijo, con la intención de recogerlo, solo para encontrar a tu demonio de exmarido, acariciándolo y jugando a ser papá. —¡Maldita sea! Deteniéndose justo frente al hombre al que había estado fulminando con la mirada, Isabella extendió la mano y, con la rapidez de un rayo, apartó a Valery, empujándola detrás de ella como si fuera un escudo. —¿Qué demonios crees que estás haciendo aquí? —preguntó con una mirada penetrante, sin gustarle ni un poco la manera en que él se quedaba en silencio, inclina