Rodrigo estaba más pálido que nunca, más de lo que Isabella jamás había visto, y sus ojos, cargados de una incredulidad se dirigieron al teléfono móvil que estaba en la mano de ella, en un movimiento rápido, se lo arrebató.
—¿Tú… qué estás haciendo? —preguntó ella, pero Rodrigo no le prestó atención.
En lugar de eso, se concentró en alejarse de las manos ansiosas de Isabella mientras, en el proceso, intentaba contestar la llamada, sin embargo, para su desagrado, y al mismo tiempo irónicamente aliviado, cuando volvió a mirar el teléfono para confirmar si había contestado la llamada, se dio cuenta de que el teléfono seguía sonando.
—He dicho, ¿qué demonios crees que estás haciendo? —repitió Isabella, arrebatándole el móvil de las manos a Rodrigo y finalizando la llamada antes de encararl
