—¿Qué demonios está pasando? —susurró alguien, uno de los invitados que no estaban ocupados con sus respectivas parejas en la pista de baile.
Era exactamente el pensamiento de Isabella mientras miraba las manos que se extendían frente a ella, tres hombres, cada uno con la suya, esperando que ella colocara la suya en una de ellas y tomara una decisión.
—¿A quién crees que va a elegir? —preguntó otra persona en un murmullo, mientras bebía un sorbo de vino, observando la escena con interés.
—Sé que no deberíamos meter las narices en sus asuntos, pero no puedo evitar preguntarme, los tres hombres son apuestos, ¿A quién escogerá la señorita Montoya?
Los susurros, al principio leves, comenzaron a intensificarse a medida que más personas dirigían su atención a la escena, pronto, las voces ll
