Entre cambiar algunas reglas en la antigua empresa de su padre, ahora suya, un par de conferencias caóticas por video y en persona, y una reunión con Owen, con quien almorzó, Isabella apenas tuvo tiempo de prepararse para su próxima entrevista.
Así que, cuando Kennedy, quien, debía decir, estaba contento de haber recuperado su antiguo trabajo, aunque no lo expresara emocionalmente, entró e informó que Florence estaba abajo, esperando su autorización para subir, Isabella se sintió un poco estresada pues no estaba preparada, ni mental ni físicamente.
Pero eso no la detuvo, porque, a pesar de todo, era una mujer lista para cualquier cosa y para todo.
Sin perder ni un segundo, Isabella se dirigió al vestíbulo donde la joven periodista esperaba, vestida con un simple par de jeans y una sudad
