Capítulo 2 – La noticia del bebé lo hará recapacitar.

1303 Palabras
La noticia infundió tanto miedo como esperanza en Isabela, pues un bebé crecía dentro de ella, sirviendo como prueba de las noches en las que ella y su esposo habían hecho el amor, prueba además de lo fuerte que estaba por volverse el vínculo entre ella y Travis. ¿Cancelarían las demandas de divorcio de Travis si supiera del hijo que estaba creciendo en su vientre? —Tengo que... tengo que decírselo —murmuró Isabela en voz baja, mirando a su alrededor en busca de su teléfono. Ella lo encontró rápidamente en la mesita de noche y, con una sonrisa en los labios, marcó el número de Travis y se llevó el teléfono a la oreja, escuchando el tono de llamada. Aquel sonido se repitió sin respuesta durante algunos segundos que de pronto se convirtieron en minutos, varios intentos más tarde, ella entendió que sus esfuerzos eran en vano. Travis no contestaba y lo más probable es que no fuera hacerlo en un futuro cercano, entonces, ¿Cómo iba a decirle que estaba embarazada? Ella ciertamente necesitaba darle aquella noticia que opacara el regreso de su amante a la ciudad. Isabela no estaba segura de lo que iba a hacer, lo que si tenía claro era que aquello estaba afectando su cuerpo, pues rápidamente las manos de la chica comenzaron a temblar. —Basta, Isabela —suspiró profundamente Benjamin, tomando el teléfono de las manos de su hija después de intercambiar una mirada con su esposa. —Quizá solo esté ocupado, papá —dijo ella forzando una sonrisa, tratando de explicarse, pues sabía que sus padres nunca habían visto con buenos ojos su matrimonio. —Isabela, mi amor —comenzó Cassandra mientras tomaba las manos de su hija— ¿Travis te trata así todo el tiempo? —¿Tratarme cómo? —preguntó Isabela, sin entender el trasfondo de la pregunta. —Hoy fue el funeral de su abuela, ¿verdad? Al menos Travis debería haber estado contigo, pero la persona que te trajo al hospital después de que te desmayaste fue un completo desconocido, así que necesito saber ¿Qué pasó? —preguntó Benjamin con una mirada seria. Isabela suspiró, ella no sabía cómo decirles que Travis había pedido el divorcio, aquello resultaba una humillación porque desde el principio, a sus padres nunca les gustó el hecho de que ella hubiera sacrificado tanto solo por casarse con él, así que para no preocuparlos, ella había mantenido en secreto muchas de sus discusiones, tanto para sus padres como para la difunta abuela de Travis. Sin embargo, el ser amado o no se notaba en los detalles más pequeños y aquel silencio fue suficiente respuesta para sus padres, que ya se habían dado cuenta de algunas de las actitudes indiferentes de Travis con su hija. Enfrentando aquella dolorosa realidad, ambos suspiraron, y Cassandra negó con la cabeza antes de ayudar a Isabela a volver a la cama. —Cariño, me alegra que estés bien y también me alegra que estés esperando un bebé, pero, este matrimonio tuyo... debes pensarlo muy bien. —Si no fuera por la propuesta de la señora Bryce y porque te gustaba tanto, ni siquiera habríamos aceptado a Travis Bryce como nuestro yerno —bufó Benjamin. El corazón de Isabela se rompió en miles de pedazos a medida que sus padres continuaban hablando. —Cariño, tres años son suficientes para ver el corazón de un hombre, tú eres lo suficientemente inteligente como para entenderlo, incluso si no piensas en ti, debes pensar en el niño que llevas en tu vientre. Benjamin asintió: —Si Travis ha actuado tan mal desde el principio, estoy seguro de que no es un buen esposo para ti, y dudo que sea un buen padre para ese niño, divórciate y vuelve a casa, nosotros somos capaces de ayudarte a criar a este hijo. Benjamin puso la mano sobre el hombro de su hija, obligándola a mirarlo a los ojos y recordándole su apoyo. —Isabela, mi querida, recuerda que eres hija de la familia Montoya y nosotros no somos menos poderosos que ellos —dijo Benjamin, apretando el hombro de su hija. Cassandra asintió de acuerdo. —Divórciate de él, Isabela, estoy segura de que te mereces a alguien mejor y tu bebé también. Al ver la profunda preocupación de sus padres, Isabela se sintió gratamente sorprendida, sobre todo por todo aquel apoyo que sus padres estaban demostrando en ese momento, aunque ella sabia lo amorosos que eran ellos, aquel gesto que estaban teniendo con ella la hizo sentir conmovida y pensativa respecto a Travis. Acaso, ¿Había tomado la decisión equivocada desde el principio? Isabela bajó la cabeza y miró su brazalete, un regalo de aniversario de bodas de la abuela, pues Travis casi siempre lo olvidaba cada año, pero la abuela nunca fallaba en recordarlo, parecía que la abuela era la única que apoyaba ese matrimonio, a veces, ni siquiera Isabela entendía por qué la abuela tenía tanta fe en ella. Si la abuela hubiera estado ese día, ¿le habría aconsejado también que se divorciara? Isabela pensó en eso con amargura, pero rápidamente desechó la idea, era obvio que la abuela habría estado feliz y que jamás habría puesto sobre la mesa algo tan desastroso para ella como el divorcio, mucho menos cuando Isabela cargaba en su vientre aquel bisnieto que ella siempre quiso. Mientras tomaba una decisión, las lagrimas nublaron la vista de Isabela. Ella ya sabía que era lo correcto, por ella, por el bebé y la memoria de la abuela. —No, no puedo —murmuró, sacudiendo la cabeza. —Isabela —comenzó su madre. —Por favor, mamá —la interrumpió con ojos suplicantes— Déjame intentarlo una vez más, solo una última vez. Isabela realmente tenia confianza en que, una vez que Travis supiera de su embarazo entonces se retractaría del divorció. Sus padres la miraron, viendo la determinación que brillaba en sus ojos, así que suspirando, asintieron y respetaron su decisión. Unas horas después, la mujer fue dada de alta del hospital con instrucciones estrictas de evitar el estrés, además de las advertencias firmes de sus padres de cuidarse tanto a ella como al bebé. Poco después, llegó a casa y entró apresuradamente, deseando contarle a Travis sobre el bebé, sin embargo, apenas cruzó la puerta, su corazón se encogió y su rostro palideció al ver un par de tacones rojos y un bolso Gucci verde junto a los zapatos de Travis. Su corazón volvió a doler mientras intentaba convencerse de que no había manera de que Travis trajera a otra mujer a su casa matrimonial, un regalo de su querida abuela fallecida. No, no había forma de que rompiera la promesa que le había hecho a su abuela, ¿verdad? Pero, de nuevo...los pensamientos de Isabela se desvanecieron mientras recordaba que Travis ya había roto la promesa a su abuela al ponerse en contacto con Katherine, solo pensar en eso la enfureció y, esta vez, con la rabia corriendo por sus venas, ella no se quedaría de brazos cruzados viendo cómo la casa bendita que tanto apreciaba era manchada por una tercera persona. Apretando los dientes y con los puños apretados, Isabela subió furiosamente las escaleras, corriendo hacia su habitación. Cuando llegó y abrió la puerta de golpe sin molestarse en tocar, todo su cuerpo se congeló y sus ojos se abrieron de par en par al ver a una mujer de cabello castaño sentada en el borde de su cama, con el cabello mojado y una toalla envuelta alrededor de su cuerpo. La persona sentada en su cama matrimonial, viéndola en ese momento con la mirada más inocente en sus ojos, no era otra que la antigua amante de Travis. Katherine Jones. La única persona a la que Isabela odiaba, ¡Su peor pesadilla!
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