Entre el hecho de que estaba a punto de golpear a la hija de Arvan Richardson —un hombre del que sabía perfectamente que no era alguien con quien jugar— y la mirada de muerte que dicho hombre le lanzaba, suficiente para hacerla desear que el suelo se abriera y se la tragara entera, Katherine se dio cuenta del error que había cometido al dejar que sus emociones la dominaran.
Había perdido la compostura y arruinado todo, y de forma desastrosa.
Su cabeza giró rápidamente, mirando en dirección a las personas que se habían reunido por el alboroto, susurrando entre ellos, luego miró hacia atrás, donde estaban Travis e Isabella, enseguida, la expresión en el rostro de Isabella lo dijo todo: no estaba ni un poco sorprendida por el cambio repentino en su actitud de Katherine, Travis, en cambio, a
