Fue desde esa noche, no recuerdo por qué lo hice, quería divorciarme, pero no estaba pensando, quería a la persona que estaba a mi lado y sabía quién era ella, ya fuera por su aroma, el color de su cabello o el toque de sus manos, sabía quién era desde el instante en el que entró y le pidió a la sirvienta que trajera más agua.
Valeria siempre fue de esa forma, avanzaba cuando tenía que retroceder y retrocedía cuando yo quería que avanzara.
Los vestidos en su armario están completos al igual que su joyería, durante su reclusión ordené que le llevaran una pieza semanalmente para que no estuviera falta de arreglos o vestidos, debí regalarle al menos un centenar de collares y ella seguía usando la misma gargantilla.
La habitación, los pasillos y la mansión se sienten inmensos, vacíos y sile
