FÉLIX
Regresaba de unas visitas a mis negocios, cuando la vi de espalda. Estaba seguro que era ella, podía distinguirla entre una multitud. Me sorprendió verla en uno de los puestos. No creía que fuera de comer en estos lugares, siempre la divisé como una chica de clase y dinero, al contrario de mí. Cuando comenzamos a salir, para mí era surrealista, una mujer como Adeline no nos elijen a tipos como yo. Era el cabrón más suertudo y lo eché todo a perder.
Le digo a mi chofer que detenga la camioneta y me bajo para saludar. No miento, si no estoy desesperado por tocarla y preguntarle cómo ha ido su vida. Después de tantos años.
Cuando ella se iba, intentando alejarse de mí, me asusté. Porque su comportamiento estaba siendo extraño, y entonces lo supe. Ella estaba pasando por un ataque de ansiedad. La ayudé a estabilizarse y la llevé a su hotel. Le pregunté si era el causante de esto, e iba a joderme si era verdad. Pero me resultó inquietante de no ser esa persona. Aún más en pensar que la hizo desencadenar esos ataques. Cuando la conocí en la universidad, ella parecía estar bien. Nunca presencié nada de esto antes, hasta ahora. Pero sé que no me dirá nada. Tendría que investigar a cerca de esto, que estaba carcomiéndome.
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—¿Qué mujer te tiene de esta forma? —Hiroshi se sirve un vaso de whiskey y se sienta en una de las sillas que está libre en mi escritorio. Miro la pantalla de la computadora, pero no logro concentrarme, es por ello que Hiroshi está molestándome.
—¿Qué? No hay nadie.
Se ríe. —No me mientas, amigo. Te conozco, y te he estado preguntando las cifras de este mes, pero no me has logrado responder. Haz estado mirando esa pantalla como diez veces, y no hay respuesta. —me levanto de la silla y voy a servirme otro trago. —Dame un nombre.
—No hay nadie. —Replico.
—No me digas que has vuelto a ver a Aiko. —Me tenso.
—No. —Espeto.
—Entonces ¿quién? —Hiroshi es muy curioso.
Camino de regreso a mi escritorio con mi vaso y le miro con suspicacia. —No hay nadie. Déjame trabajar y sal de mi oficina.
Él comienza a reírse. A Hiroshi, todo le es divertido.
—¿Qué te parece que vayamos por unos tragos esta noche? Llamaré a Adeline. Hace unos días que no la veo. —Escuchar su nombre de la boca de mi amigo, me hace sentir náuseas. Quisiera decirle que no se le acerque, pero no estoy en el derecho de hacer nada. Lo nuestro terminó hace mucho tiempo y de la peor forma. Nunca me dejó explicarme, y yo nunca le envié esas cartas.
—Como sea. —termino diciendo para que se vaya, el entiende la indirecta porque se levanta y se va de mi oficina.
Hiroshi, es el hijo de mi jefe. Pero antes de eso, es mi amigo. No puedo interferir entre ellos. Él me ha dado mucho, le debo la vida, si no hubiera sido por él, yo no estaría aquí ni tendría poder ni dinero. Nada. No iba a traicionarle, mi lealtad estaba con el clan.
Estamos esperando a que Adeline llegue con su amigo Charlie. He invitado a nuestra mesa a unas conocidas que estaban en el bar cuando llegamos. Viejos conocidos. Eran hijos de peces gordos. Es por ello que estábamos intentando conversar.
—Guapo, ¿por qué aun sigues soltero? —la chica de cabello corto color n***o me miraba sonriente. Era hija de un político, creo que se llamaba Hana. Nos habíamos enrollado un par de veces, pero hasta ahí. Nada serio. Yo nunca iba enserio con las chicas de aquí ni con nadie. —La última vez que follamos fue hace unos meses. —era obvio que las copas se le había pasado. Porque de otra forma no estuviera haciendo estos comentarios. Ella ya estaba saliendo con el hijo del primer ministro japonés. Pero viéndola ahora, creo que estaba dolida porque nunca la tomé enserio.
—No tengo novias. Eso lo sabes bien —le sonreí. Ella arrugó la nariz y tomó otro trago. —Creo que no deberías seguir tomando.
—Cállate, tu no me dices que hacer ¿no sabes quién es mi papá? ¡eh! —se levantó. No sé ni por qué mierda me metí con la hija de papi. No eran mi tipo, aunque estábamos de acuerdo en que tenía buen culo y follaba bien.
—Hana, cálmate —una de sus amigas la intentó persuadir. —Vamos al baño, se te bajará un poco —la arrastró fuera de mi alcance. Bebí de mi vaso y miré a mis alrededores. Adeline aún no llegaba.
—Creo que tienes a una ex novia resentida —se burló Hiroshi. Apreté los dientes. Era un idiota.
—No tengo ex novias —espeté. Se encogió de hombros.
—Lo que sea. Pero ella no te dejará ir fácilmente. —sonreí.
—Nadie me quiere dejar ir y el que lo hace se arrepiente —dije. Él estalló en risas. Las chicas nos miraban con curiosidad. Llamé a una, que desde llegué no me quitaba la mirada de encima y la insté a sentarse a mi lado. No quería que Hana volviera a sentarse junto a mí.
—¿Quieres beber algo? —le susurré y ella sonrió.
—Vodka, está bien. —Llamé al mesero para que le dieran otro trago y trajera una nueva ronda para todos.
—¿Cómo te llamas? —sus mejillas estaban rojas. La chica era linda.
—Tomoko. —llevé mi mano a su cabello que cubría su rostro y lo puse detrás de su oreja, eso le gustó. Sus muslos instintivamente se cerraron. Sonreí. Era la reacción que tenia de todas.
—Eres linda, Tomoko —susurré en su oído. Y le di un beso en la mejilla. Fue cuando escuché la voz de alegre de mi amigo llamando a Adeline. Mi cuerpo se tensó. Me alejé de Tomoko y la miré a ella. Su rostro estaba tenso y me miraba con curiosidad. En otro momento hubiera pensado que ella estaba molesta, pero ahora no sabría decirlo.
—Félix, mira quien llegó. —Saludé con mi cabeza y tomé otro trago.
—Te llamas Félix —dijo Tomoko a mi lado. Fue entonces que recordé que estaba aquí. Asentí con la cabeza.
Adeline, Hiroshi y el amigo de ella, comenzaron a beber, yo estaba con la chica a mi lado. A veces le daba miradas a Adeline, y rara vez nuestras miradas se encontraban.
—¿Qué mierda hace esta perra en mi lugar? —Hana había vuelto y no se veía mejor de cuando se fue. La chica a mi lado saltó ante el grito de Hana. —Largo de aquí. —me miró esperando que quitara a la chica. Arqueé una ceja.
—Le invité un trago, Hana. —Dije sonriendo. Ella enfureció.
—¡Largo de aquí, zorra! —la agarró del cabello y la empujó fuera del asiento. —No te metas conmigo ¿No sabes quién soy? ¡Llévensela! —la chica llamada Tomoko fue llevada por sus amigas fuera de la vista de Hana.
—No era necesario que hicieras eso, —espeté. Ella me fulminó con la mirada.
—Yo sé defender lo que es mío. —Chasqueé la lengua.
—¿Soy tuyo? ¿Cuándo me compraste? —abrió la boca para empezar a decir que, si no fuera por ella, su padre no habría hecho negocios conmigo. Y bla bla bla. Era una de las razones por la que la aguantaba en mi espacio. Puse el dedo índice en su labio sellándolos. —Deja de ser tan dramática y déjame beber en paz. —Comenzaba a molestare. Eso la hizo calmarse. Se sentó y bebió en silencio el resto de la noche. Y yo no podía dejar de pensar que en el otro extremo estaba Adeline, mirándome. Me sentía incómodo, así que mejor me largué. Bebí el resto de mi bebida.
—¿Ya te vas? —Hiroshi estaba consternado. Pero no quería seguir en el mismo lugar que ella, parecía estar juzgándome.
—Si, estoy cansado. —Hana, me llamó.
—Iré contigo —esta niña era fastidiosa, ella me siguió hasta mi auto.
—¿Por qué has venido? —pedí mi auto.
—Parecías muy agobiado allá dentro, creí que debía relajarte —sus manos cubrieron mi cuerpo. La quité encima de mí.
—No quiero nada contigo, Hana. Dejémoslo aquí. —Mi auto llegó.
—Iré contigo. Bebamos juntos.
—¿No me has escuchado? No quiero hacer nada contigo.
Ella me rodeó y se subió al auto. No iba hacer una escena aquí. Ella era la hija de un político. Mierda. Me subí al auto y manejé a mi departamento.
—Eres un fastidio —espeté. Me estaba molestando mucho estar en el mismo lugar que ella.
—No solías decir eso antes cuando follábamos —llevé mi mano a mi cuello. Estaba estresado. —¿Ya lo olvidaste?
—¿Ya olvidaste que tienes novio? —frunció la nariz.
—Él es un idiota. Le hace caso a papi en todo, nuestro noviazgo es arreglado.
—Entonces te vas a casar con él —así era en estos lugares. Arreglaban las vidas de sus hijos por poder y dinero. —Lo compadezco.
—Idiota. —chasqueó la lengua y su mano fue a mi entrepierna.
—Deja de jugar, Hana. —bramé. Sabía lo que estaba buscando.
—Déjame divertirme un rato contigo antes de que me case. —ronroneó. Su mano subió hasta posarse en mi bulto, me tensé. Mi respiración comenzó a ser acelerada.
—Hana, —advertí. Desabrocha el botón del pantalón y baja la cremallera.
—Solo por esta vez. Déjame hacer que te sientas mejor —sacó mi pene y ella se agachó para chupar. Se sintió malditamente bien. Intenté concentrarme en la carretera, era de madrugada. No había casi autos y de todas formas mis vidrios estaban polarizados.
Recordé por qué Hana, era una de mis chicas favoritas para follar. La chupaba de puta madre.