Félix
Ha pasado algo de tiempo desde que vi a Adeline en Nueva York. Ella no estaba dispuesta a darme otra oportunidad en su vida. Estaba de acuerdo con ella, la había herido más de lo que ella pudiera soportar.
Hoy es su cumpleaños. Así que he enviado unas rosas a su oficina, creo que eso le gustará. También envié unos chocolates deliciosos, de mis favoritos.
Una hora después, recibo que han sido entregados. Me hubiera gustado estar presente para ver la reacción de ella. Pero ella seguía en Nueva York, y yo en Tokio.
—¿Quién es la persona que tiene una sonrisa en tus labios? —Hiroshi abre la puerta y me da una mirada curiosa.
—¿Qué dices? Son tonterías. Solo he visto una publicación divertida, —frunce el ceño.
—¿Tienes r************* ? —pregunta. Levanto la mirada de mi celular hacia su rostro.
—¿Quién no las tendría? —él se carcajea.
—Pues tú parecías de las personas que no las tenía. —me ríe.
—Eres un idiota. —espeto.
—Sígueme, quiero ver tus publicaciones. —sacudí la cabeza.
—Es privada.
—¡Acéptame la solicitud, hombre! ¿Cuál es tu usuario? —estuvimos discutiendo sobre por una media hora, le dije que no iba aceptar su solicitud. Sabía que, si lo hacía, iba a estar molestándome. Solo creé una cuenta en i********: para mirar fotos de Adeline, puse el nombre de alguien más. No iba a dejar que se diera cuenta que era yo.
—No te aceptaré. —Era mi última palabra.
**
Las cosas no iban como yo quería que fueran, de hecho, iban peor. Habíamos perdido un cargamento muy valioso, el problema, iba ser yo quien pagara la pérdida.
—Creí que ibas a llevar a cabo excelente un cargo de esta magnitud. Te di el poder, para que yo no tuviera que preocuparme. —Estar en la oficina del jefe, no significaba que todo había ido mal. Si no, también, que iba a joderme.
—Lo siento, fue un error mío. Controlaré mejor a mis hombres. —sí que lo haría, no iba a pasar por esto de nuevo.
—¿No puedes ni controlarlos? Supe sobre el cargamento de Shanghái. —apreté mis dientes fuertemente. —Félix. Te quiero como a un hijo, de hecho, Hiroshi, piensa en ti como un hermano. Somos una familia. —Mi respiración fue atascada en mi garganta. —Entre familia, no nos traicionamos y la lealtad, es lo primero. Así que espero un buen trabajo de tu parte. Nunca nos habías fallado, y espero que sea la última vez.
Me incliné mostrando mis respetos y me retiré con una nueva determinación. No sé qué estaba pasándome, nunca en todos estos años que trabajé para esta familia, había sucedido algo así. Pero supongo, que fue por ella, me distraje por Adeline. Pero, aun así, es algo bajo de mi parte y poco profesional decir que soy ineficiente en mi trabajo porque ella apareció.
Esa noche termino bebiéndome una botella en mi departamento.
El nombre de Adeline, ronda en mi cabeza por muchas horas, antes de que yo caiga en un sueño abrasador.